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Grzegorz
 

Grzegorz Roś, polaco de origen, tiene 29 años y trabaja como acróbata en Las Vegas. “Con mi profesión entretengo a la gente y divierto a Dios”, dice. Grzegorz es cooperador del Opus Dei. 

¿En que consiste tu trabajo?

Soy uno de los 85 acróbatas que participan en un espectáculo titulado “Le Rêve” (el sueño), dirigido por Franco Dragone. Es una pieza excepcional, que se puede ver sólo en Las Vegas. En torno a una piscina, combinamos varias disciplinas de deporte y del arte, con una escenografía de nivel técnico muy elevado. Muchos de mis compañeros son acróbatas de fama mundial, medallistas de competiciones internacionales, gimnastas, actores, bailarines y músicos.

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¿Cómo descubriste tu talento?

Ya desde niño practicaba la acrobacia, un deporte muy popular en mi ciudad, Złotoryja (Polonia). Mis entrenadores me sugirieron que emprendiese la carrera profesional y con un amigo, Tomasz Wilkosz, creé un dúo acrobático. Cuando nos enteramos de los planes de una nueva producción al otro lado del Atlántico, fuimos a París para el casting y nos aceptaron.

¿Cómo es tu vida en Las Vegas?

Las Vegas es una ciudad que vive intensivamente. Aquí viene gente de todo el mundo, de muchas culturas, religiones y convicciones, y el cristianismo es –entre mis colegas– una más. Sinceramente, en este ambiente es fácil olvidar las ideas que guían tu vida.

A primera vista, podría parecer que en esta “ciudad del ocio”, puesta en el medio del desierto, es el sitio menos adecuado para tratar a Dios y encontrar la paz del alma. Y sin embargo, no. Aquí he aprendido a profundizar mi amistad con Él en la vida cotidiana –que en mi caso suele transcurrir en un trapecio o volando por los aires–, junto a colegas de ideas tan variadas, etcétera.

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¿En qué consiste el trabajo de un acróbata?

Hacer bien las piruetas, llevar el ritmo, combinar tu acrobacia con las de los demás, y hacerlo todos los días... no es fácil. A veces hay que aguantar hasta el dolor físico. Pero pienso que con mi trabajo estoy sirviendo a la gente, haciéndola descansar, y divirtiendo a Dios. Por eso procuro salir al escenario y dar todo lo que llevo dentro.

¿Cómo conociste la Obra?

Antes de viajar a EEUU, me regalaron tres libros de san Josemaría Escrivá: Camino, Surco y Forja. Pedí más información y contacté con un miembro del Opus Dei en Las Vegas. Al poco, empecé a asistir a los medios de formación cristiana. Desde entonces, entre los ensayos y el espectáculo, hago a diario un rato de oración.

Mi trabajo requiere una repetición casi rutinaria de los mismos ejercicios. Eso supone mucho esfuerzo físico, mucha concentración y precisión. En este sentido, el espíritu del Opus Dei me ayuda a hacer bien mi trabajo, porque sé que Dios es el principal espectador.

Grzegorz en una actividad de formación cristiana organizada por el Opus Dei en Polonia.

¿Qué esperas de Las Vegas?

Bueno, en esta ciudad la Obra todavía está creciendo, somos pocos, pero la necesidad de ser más es tan evidente que nos llena de ilusión. Coopero con el Opus Dei con mi oración y con mi apostolado. Acercar a Dios a los demás es como el arte acrobático: no todo depende de lo que te empeñes y de tus capacidades humanas, aunque estos ingredientes son fundamentales. Yo solo no puedo hacer mucho; con los demás y con Dios, sí.

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Opusdei.es

Agosto 09

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