Sergei tiene 28 años, es historiador, ortodoxo y cooperador del Opus Dei, que conoció al leer a San Josemaría en internet desde su ciudad, Ryazan.
Yuri recibió el Bautismo a los 55 años, es Físico y coopera impartiendo charlas sobre ciencia y religión en el Centro de la Obra de Moscú.
Sergei: "Los libros de San Josemaría no están escritos para todos, sino para cada uno".
El grandísimo don de la vida, que nos da el Señor, es solamente el inicio del camino. Y en este camino hacia el Reino de Dios somos todos iguales, sin importar la familia en la que hayamos nacido. Por esto es tan importante encontrar respuesta a las preguntas que nos hacemos: “¿Quién soy?”, “¿para qué existo?”.
Un amigo mío un día me contó: “cuando terminé mis estudios en la universidad, me parecía que yo era alguien muy necesario en la sociedad, que de pronto iba a llegar un coche lujoso y el director general de una sólida compañía me iba a saludar con un: Señor fulanito, le estamos esperando en su nuevo trabajo: sea usted bienvenido. Pero... pasaban los días y el dichoso coche no aparecía. Más bien fue necesario mucho tiempo para encontrar trabajo. Y entonces, cuando encontré trabajo, resultó que no era de mi especialidad”.
Una cosa similar me pasó a mí. Después de terminar mis estudios en la facultad de Historia, estuve durante varios años combinando el trabajo en mi tesis de doctorado y algunos otros trabajos que me dieran ingresos aislados. Pocos meses antes de la defensa de la tesis, descubrí la fe cristiana; desde entonces he conseguido dos puestos de trabajo y puedo decir que, en general, las cosas no han ido mal.
De todos modos me daba cuenta de que algo me estaba faltando. Rara vez encontraba satisfacciones morales en mi trabajo y pensaba: “puedo hacer cosas más grandes y más interesantes, pero esto, a los jefes, no les interesa”. Como esta continua insatisfacción no podía durar para siempre, empecé a buscar algo que me pudiera ayudar a encontrar una salida en este callejón y encontrarme a mí mismo.
En una ocasión encontré en Internet varias citas de libros de San Josemaría. No se trataba más que de unas pocas líneas, pero llamaban la atención, impulsaban a actuar. Me daba la impresión de que estaban escritas justamente para mí: “Me escribía aquel muchachote: “mi ideal es tan grande que no cabe más que en el mar”. —Le contesté: ¿y el Sagrario, tan “pequeño”?; ¿y el taller “vulgar” de Nazaret? —¡En la grandeza de lo ordinario nos espera El!”.
Hay un cierto efecto en los retratos: parece que el personaje ahí representado te mira a ti precisamente y si cambias tu posición con respecto al retrato, sus ojos también se mueven contigo. Esto me pasó a mí: los libros de San Josemaría no están escritos no para todos, sino para cada uno.
Encontrar el sentido en cualquier actividad, en la más aburrida o rutinaria: podría parecer que esto no es nuevo, que esta verdad tiene mil años, pero cuando lees: “Ante Dios, ninguna ocupación es por sí misma grande ni pequeña. Todo adquiere el valor del Amor con que se realiza.”, esta verdad se convierte en algo sorprendentemente actual.
Después de cambiar mi relación con el trabajo, empezó a cambiar también su calidad y al mismo tiempo, el modo de exigirme. Pero lo más importante es que cambió mi modo de entender el “para qué” de todo lo que hago. Habiendo leído y profundizado en los libros de San Josemaría, ya es imposible hacer chapuzas o hacer algo sólo para poder tacharlo de la lista de pendientes, porque nuestro trabajo es para el Señor. Como dice Escrivá, “No podemos ofrecer al Señor algo que, dentro de las pobres limitaciones humanas, no sea perfecto, sin tacha, efectuado atentamente también en los mínimos detalles”.
De este modo San Josemaría me ayudó a encontrarme a mí mismo y a encontrar el sentido de mis actividades y hacer mis obligaciones con paz.
Yuri: "El materialismo cristiano es el rasgo más atractivo del mensaje de San Josemaría"
Siempre me impresionan las palabras de San Josemaría que cada cristiano tiene que hacer su trabajo con perfección, ya que solamente un trabajo así puede ser ofrecido a Dios.
El trabajo es un camino de purificación y de santificación, es lo que nos permite ser co-creadores con Dios. Un trabajo bien hecho es fundamental, no solamente para nuestro desarrollo personal, sino también para la humanidad entera, ayuda a unir a los hombres.
En la época soviética mis colegas y yo teníamos la intuición de la relevancia divina del trabajo humano, aunque estaba prohibido hablar de religión.
La llamada de San Josemaría a la santidad a través del trabajo es algo clave en nuestra época. Y es que, de un lado el marxismo hablaba de una sociedad comunista futura en la cual casi ya no habría que trabajar, y de otro lado las élites modernas hablan de un mundo en el que todo se resuelve a golpe de especulaciones financieras. Por eso, el materialismo cristiano es el rasgo más atractivo del mensaje de San Josemaría.
OpusDei.es
Abril 2010