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La Asociación de cooperadores del Opus Dei organizó un nuevo encuentro  que se celebró el sábado día 24 de Mayo en la sede del IESE de Madrid.

Se presentó un día esplendido, lo que animó a los numerosos asistentes que llegaron de la capital como a otro buen número que vinieron de algunas ciudades mucho más lejanas.

El encuentro comenzó con un rato de oración dirigido por D. Hilario Mendo, capellán de la Asociación de Cooperadores; a continuación nos celebró la Santa Misa.

Una vez acabada, D. Rafael Llano, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información (UCM) disertó sobre “la grandeza de la vida cotidiana” salpicada de anécdotas divertidas.

Comenzó señalando que en los dos últimos siglos, vida corriente y grandeza no parece que se identifiquen sino mas bien lo contrario: la realidad no parece que pueda llevarnos a algo sublime o interesante. La experiencia histórica de los últimos siglos y especialmente la del siglo pasado (promesas de los colectivismos, utopías,…) llevaría a pensar no en la grandeza de la vida ordinaria, sino en el desastre de esta. Si esta vida ordinaria, trabajo, etc. no está bien orientada, no nos conducirán al objetivo: la santidad. San Josemaría ponía condiciones para que esta vida corriente nos acercase a Dios y encaje todas esas cosas que nos ocurren.

La santidad de la vida ordinaria es un milagro. El hecho de que pueda ocurrir que lo mas vulgar, lo mas corriente, lo mas ordinario sea lugar de encuentro con Dios,  implica que haya una vocación.

La grandeza de la vida ordinaria ocurre en el dominio de lo personal; se refiere a las personas. Se adapta a cada uno. El encuentro con Jesucristo es personal. Nadie puede sustituirnos en esa tarea. No hay dos caminos iguales. No nos saca del mundo y así la Iglesia puede estar en todos los sitios.

Responsabilidad personal, no hay anonimato en el trato con el Señor. Hay que luchar contra eso. Lo que hacemos siempre es en nombre propio. También la debilidad forma parte de lo ordinario.

Esto mismo también puede llevarse a la dirección espiritual: no vamos a preguntar ¿que tengo que hacer?, sino más bien: ¿te parece que haga esto?

Llegar a conocer bien la realidad exige estudiar, pues es lo más noble y lo más comunicable: apostólico.

Santificar el tiempo. Dios no cambia. La perseverancia y la fidelidad están emparentadas con las de Dios. Santificar el paso del tiempo, también es vida ordinaria.

 

Después de un pequeño descanso D. Antonio del Moral Magistrado del Tribunal Supremo, impartió la segunda sesión con el tema “el Papa Francisco ¿un revolucionario?”.

Empezó contando algunas anécdotas divertidas sobre argentinos para a continuación responder a la pregunta del título con un ¡si! rotundo. El Papa Francisco es un revolucionario. Comentó algunas anécdotas de como en la Obra había aprendido a querer al papa fuese quien fuese dado que era el representante de Cristo en la tierra y como San Josemaría nos insistía en el amor al papa cualquiera que fuese: ¡omnes cum Petro ad Jesum per Mariam! (todos con Pedro a Jesús por María).

A continuación se refirió a la “guasa” del Espíritu Santo a la hora de elegir nuevos papas, contraponiéndolo a  los “vaticanistas” que nunca aciertan con los elegidos. Lo que da a la “vetusta” Iglesia un cierto halo de misterio. Comentó como a lo largo de los siglos el Espíritu Santo asiste a la Iglesia que sobrevive a nuestras miserias y pecados.

Recalcó la santidad de los últimos Papas, tan distintos por su carácter, y la relación de cada uno con sus sucesores. Hizo referencia a algunos sucedidos divertidos de cada uno de ellos y en especial del Papa Francisco, para ayudarnos a entender su forma de ser que le lleva, entre otras cosas, a tener muchos amigos en todas partes por las que ha pasado. Acabó con una anécdota de una compañera de trabajo con ocasión de la muerte de Juan Pablo II.

 

Tras el almuerzo, Salvador Bernal, autor de la primera biografía de D. Álvaro del Portillo, nos habló en tono de tertulia de sus recuerdos con D. Álvaro. Contó muchas anécdotas personales surgidas de su convivencia y trabajo con él durante varios veranos, preparando la Beatificación de San Josemaría.

Una vez acabada la tertulia se proyectó un documental con algunos momentos de la vida de D. Álvaro.

 

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