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Tres días intensos. Tan importantes como difíciles. Entre el 22 y el 25 de septiembre el Papa estará en Alemania, en su casa. La importancia de este viaje, en el que estará en tres ciudades germanas, lo explica un reciente artículo de Aceprensa, del que extraemos un resumen.

“¡Somos Papa!”. Con este gran titular, el periódico sensacionalista más extendido de Alemania celebraba, el 20 de abril de 2005, la elección del cardenal Joseph Ratzinger como Papa el día anterior. Una ocurrencia feliz, que pronto pasó a formar parte de los libros de periodismo.

En los casi cinco años y medio desde su elevación a la cátedra de Pedro, la euforia con que se recibió en Alemania la elección de Benedicto XVI ha dejado paso a viejos resentimientos, prevenciones y prejuicios.

En vísperas de la visita del Papa a su país natal, las divisiones entre los católicos de Alemania no afectan tan sólo a cuestiones periféricas; se trata de la esencia misma de la sacramentalidad de la Iglesia, pues hay –como en la época de la Reforma– diferencias fundamentales sobre lo que se entiende como sacramentos de la Eucaristía y del sacerdocio.




Por este motivo, los obispos alemanes invitaron a unos 300 católicos, laicos y religiosos, a reflexionar sobre la fe y el futuro de la Iglesia católica, en el marco de un encuentro anual, previsto en cinco ediciones. Aunque no han faltado voces de participantes en dicho diálogo, que criticaban el excesivo hincapié en cuestiones estructurales, de distribución de poder dentro de la Iglesia y de la moral sexual, el Papa se mostró muy interesado por este proceso que podría, en su opinión, dar un impulso importante para el futuro de la Iglesia.

Autenticidad: la marca de Benedicto XVI

Al futuro de la Iglesia se refiere también el lema del viaje papal: “Wo Gott ist, da ist Zukunft” (“Donde está Dios, hay futuro”). Frente a todos los grupos que protestan contra la visita del Papa, los fieles han respondido mayoritariamente: para la misa de Friburgo se han inscrito –solo se puede participar solicitando la entrada por anticipado– más de 100.000 personas; en total, se calcula que unas 260.000 personas asistirán a las tres misas que celebrará Benedicto XVI durante su tercer viaje apostólico a Alemania: además de la mencionada en Friburgo, el domingo 25 de septiembre, la del Estadio Olímpico de Berlín (jueves 22) y en Erfurt (sábado 24).

Precisamente, la credibilidad es –en opinión de un observador independiente, el sociólogo especializado en prospectiva Horst W. Opaschowski, que en Alemania goza de gran prestigio– el rasgo más acusado en la percepción de Benedicto XVI: “Durante su visita a Alemania, el Papa se ganará a la gente con su imagen auténtica”; el Papa es una de esas figuras “que fascinan a las personas” por defender su postura de modo convincente.




A esa “predicación sin componendas” se refería también el cardenal Meisner de Colonia, en una entrevista concedida a la agencia católica de noticias KNA: el Papa predicará la verdad y la belleza del evangelio, pues ese es su don especial. Meisner se refirió también al encuentro con protestantes en Erfurt.

El cardenal Meisner espera una “mejora del clima” entre las confesiones; pero también se refirió a que el Papa debería decir a los protestantes que “no sigan el espíritu de los tiempos” y sean más fieles a la doctrina cristiana en relación con cuestiones éticas de actualidad como el aborto, el diagnóstico pre-implantación o las relaciones homosexuales.

Lo más esperado: el discurso en el Bundestag

Uno de los momentos más esperados del viaje papal tendrá lugar el primer día: el jueves por la tarde, Benedicto XVI visitará el Parlamento Alemán. Si bien algunos diputados han anunciado que no asistirán en señal de protesta, hay que recordar –como ha hecho recientemente Hans-Jochen Vogel, antiguo presidente del partido socialdemócrata SPD, en una entrevista– que “todos los grupos parlamentarios asintieron a la invitación”.




El presidente del Bundestag, Norbert Lammert, ha subrayado el “significado histórico” de la visita: “En todos los grupos parlamentarios hay un amplio consenso de que se trata de una ocasión, prácticamente irrepetible, de saludar a un Papa alemán en la capital de Alemania, una ocasión que debería estar acompañada por la invitación a pronunciar un discurso ante el Bundestag”.

José M. García Pelegrín
Aceprensa, septiembre 2011

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