
Hace justo ahora 25 años. Sólo unos meses después de aquella visita de san Juan Pablo II al Valle de Chalco (México). ¿Se acuerdan? Los promotores de Meyalli recuerda sus palabras perfectamente: "No podemos vivir y dormir tranquilos mientras miles de hermanos nuestros, muy cerca de nosotros, carecen de lo más indispensable para llevar una vida digna".
Las palabras de san Juan Pablo II fueron una bomba para muchas conciencias.
Por eso, y por el empuje del beato Álvaro del Portillo, entonces prelado del Opus Dei, un grupo de padres entusiastas pusieron en marcha Meyalli, un colegio para niñas en uno de los territorios más pobres y con mayor concentración humana de todo México. 25 años después estamos ante un colegio que lleva siete años consecutivos siendo el primero en rendimiento escolar entre las escuelas de la zona.
Detrás del proyecto de Meyalli había una ilusión transformadora que hoy es una realidad con nombres de mujeres. El alto nivel académico, la formación doctrinal y la acción y responsabilidad social han sido señas de identidad de este centro mexicano en estas dos décadas y media.
Mujeres para el futuro
Para Meyalli es un orgullo profundo que muchas de sus antiguas alumnas sean hoy licenciadas universitarias y emprendedoras. Y que muchas de las familias que están y han estado cerca de este colegio formen hoy hogares más prósperos y más alegres, más cristianos, más dignos, con más futuro.

Meyalli, 25 años. Colegio, aulas, biblioteca, patios, canchas deportivas, áreas verdes, cocina, taller de mecanografía, laboratorios de computación… Y muchas historias de mujeres listas para desarrollar su talento, crecer como profesionales y ofrecer a su pueblo el fruto de una preparación que no ha nacido para quedarse sólo entre sus cuatro paredes.
Lo dice su directora. Meyalli, que es un vocablo náhuatl que significa "manantial", es un tsunami de movilidad social.