
En la primera Sesión intervino Luis Muncharaz, Gerente del Centro Universitario Villanueva, con el siguiente título: "La santidad de la puerta de al lado. Gente corriente que busca a Dios en la vida ordinaria".
Señalamos un resumen de su exposición:
"Convertir lo cotidiano en acontecimiento"
Hay que esforzarse por dar sitio a Dios en el día a día porque la vida ordinaria aguanta bien la ausencia de Dios.
Nos ayuda a ello descubrir lo maravilloso de lo ordinario. Convertir lo cotidiano en un acontecimiento contando con Dios que hace nuevo todo. Igual que Jesucristo dio a su Padre Dios la misma gloria en su vida oculta, aserrando un madero, que en su vida pública, hasta su Pasión, también nosotros podemos dar gloria a Dios en la vida ordinaria.

"El valor de lo ordinario" y "La belleza de lo ordinario" fueron otros puntos que sirvieron para mostrar, entre otras cosas, que podemos convertir todo lo que hacemos o tocamos en algo digno de ir al Cielo, y que no hay espectáculos maravillosos sino espectadores capaces de maravillarse.
Dios ha puesto en cada uno la semilla del amor. La santidad consiste en empapar de amor de Dios todo lo que hacemos. Dios nos quiere empeñados a cada uno en ese amor.
A continuación tuvo lugar la segunda sesión a cargo de Luis Sánchez Socías, abogado del Estado que nos habló sobre: “El escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia”

Hasta los 90 había por parte de algunas instituciones, cierta tolerancia con estos temas. Incluso algunos partidos (Alemania, Holanda…) intentaron legalizar la pedofilia. A partir de entonces se produce un cambio de sensibilidad muy importante con relación a estas cuestiones.
Habló del reciente documento de Benedicto XVI para recordar algunos detalles: antiguamente el fundamento de la moralidad de los actos se centraba en la naturaleza humana y se podía hablar de actos que son intrínsecamente malos en todos los casos. Posteriormente se ha intentado simplificar los fundamentos de moralidad de los actos, recurriendo casi exclusivamente a la Biblia. La calificación de los actos se hace más subjetiva dando mucha importancia a la intención de cada uno.
La Iglesia en estos momentos no pretende “lavar” su imagen sino atender en primer lugar a las víctimas. Los cristianos debemos ayudar en esa tarea al Papa Francisco, rezando y haciendo lo que esté en nuestras manos para que la gente vuelva a confiar en la Iglesia.

