­
PortadaLa familia que retransmitió la crisis de la COVID desde su cuarto de estar
 
Una vieja colcha verde, una ventana y un cuarto de estar. Con estos elementos y mucha imaginación, cinco niños y sus padres -ligados al periodismo y la comunicación- han sacado adelante ‘Aróstegui TV’, un informativo en el que han ido narrando el día de la cuarentena a través de las redes. La iniciativa llegó a ser viral y los Aróstegui acabaron siendo protagonistas reales de las noticias.
 
“Buenas tardes, bienvenidos a la quinta edición de las noticias de Aróstegui Televisión”. Pablo (9 años) y Álvaro (4) arrancaban así cada domingo, y tras muchas tomas falsas, el informativo de televisión en cuya producción había trabajado esa semana toda la familia, en Palma de Mallorca. Desde mediados de marzo los siete se convirtieron en presentadores, editores, productores, maquilladores e imitadores de políticos y protagonistas de la actualidad.
 
En total han sido ocho los programas enteramente elaborados por toda la familia sin salir de casa. La iniciativa surgió cuando Pablo -publicista, aunque trabaja en una gestoría- y Vicky, su mujer -periodista y directora de un colegio- se preguntaron qué podían hacer para entretener dentro de casa durante el confinamiento a sus cinco niños: Miguel, Pablo, Álvaro, Lucía y Jaime, de 10, 9, 4, 3 años y 9 meses de vida.
 
Entre los dos se las ingeniaron para tener entretenidos a sus cinco retoños trabajando en un proyecto de comunicación auténtico y real: una imitación quasi exacta de unos informativos de televisión. En un tono positivo y optimista, sin olvidar lo dramático de la situación, prepararon un programa para cada domingo. Pablo, el padre, es conocido en Instagram como @paroste, y comenzó a difundir estos informativos a través de las redes.
 
Miles de personas siguieron los vídeos de los Aróstegui con imitaciones de Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Pablo Casado o Santiago Abascal, además de los periodistas y presentadores de televisión Matías Prats y Vicente Vallés. Los medios pusieron el foco en esta original iniciativa, y la familia apareció en la revista Hola y en su cuenta de Instagram -holacom-, fue entrevistada en la Cope, en el programa Julia en la Onda, de Onda Cero, salió en Crónica Balear, el suplemento de El País Verne, el periódico Última Hora, IB3, e incluso en el programa Al rojo vivo de la cadena Telemundo de Miami.
 
Arostregui 1Con este pequeño proyecto, Vicky y Pablo han conseguido que sus hijos fueran entendiendo la situación, en la medida de sus posibilidades, y tuvieran las claves más importantes para llevar el confinamiento con alegría, sentido del humor, responsabilidad y mucha, pero que mucha ilusión. Lo que no exime de las clásicas peleas entre hermanos.
 
Durante este tiempo han tenido clases “extraescolares” de historia de España, de comunicación audiovisual, de estilismo e interpretación… Con ello han desarrollado capacidades como salir al paso ante un error y no enfadarse, mantenerse quietos y rigurosamente colocados en una postura correcta y amable, trabajar en equipo, habilidades de imitación, memorización y sincronización... Los pequeños han hecho además un auténtico máster en los valores que hacen que una sociedad prospere con éxito y en común acuerdo.
 
Cuenta Pablo que durante la preparación de las grabaciones ha habido momentos de tensión, que no todo ha salido rodado y que ha habido más de un apretón de dientes y auto tirones de pelos por desesperación. Las cosas como son.
 
Cada minifrase de Álvaro ha costado la vida pero causaba gran emoción en todos cada vez que conseguían grabarla. Con 4 años es ya todo un mini-presentador. Pablo, algo más serio, era el que daba poso y altura al noticiero. Y Miguel ha sido el imitador estrella, ya tiene carácter y gran capacidad de transformación. Lucía, como presidenta del Congreso, ha demostrado su arte para darle al martillo. Y a “JB”, que apenas tiene unos meses, lo sacaron en unos informativos recreando la primera salida a la calle de los niños... nadie ha quedado exento de participar en los informativos en esta familia.
 
ArosteguiEn su último informativo la familia elaboró un making of (“Así se hizo”), donde cada uno de los hijos explica cuál es su auténtica vocación profesional, ya que ahora todos tienen claro qué quieren ser de mayores.
 
El proyecto de los Aróstegui ha querido tener en cuenta la sostenibilidad y por eso han tirado de material rebuscando por casa, haciendo auténtico reciclaje: la peluca de Pablo Iglesias era de un disfraz de “Frozen” de Lucía, todas las corbatas de Pablo y los distintos y muy trabajados escenarios han dado el pego gracias a un edredón verde chillón que perteneció a la infancia de Vicky, con el que han puesto en juego la técnica del “croma”, que merecería un capítulo aparte.
 
Y ante la pregunta de por qué se ha liado con este proyecto, Pablo responde: “Yo siempre he estado convencido del bien que se puede hacer a través de las redes sociales. Soy supernumerario del Opus Dei y veo que es una gran oportunidad para educar a mis hijos y a la vez para apoyar a tantas familias dando un mensaje positivo, optimista. Esto es algo que puede hacer un bien que uno no es capaz de imaginar. En definitiva, una forma de educar creativa con material de toda la vida. Y es que ahí está el amor, cuando eres capaz de crear partiendo de lo que ya tienes, pero mirándolo con otros ojos, los ojos del corazón”.
 
Familia multietnica 1La familia de Loreto y Antonio es multicolor. Sus cuatro hijos, de entre 15 y 8 años, tienen la piel de todas las razas del mundo. El matrimonio no podía tener hijos y, tras nueve años, decidió dar un hogar a niños de diferentes orígenes.
 
Esta historia comenzó como suelen terminar los cuentos felices: una boda cuajada de proyectos y expectativas, y una pareja impaciente por convertirse en una familia con muchos niños. Pero pasaron los meses, luego los años, y los niños no llegaban.
 
Loreto y Antonio pusieron todos los medios que estaban a su alcance y comenzaron un camino de nueve años difíciles, en los que las palabras de aliento y los buenos consejos no servían: “Los médicos nos repetían que no había ningún problema y nos recomendaban que nos relajásemos. Pero ese consejo no funciona cuando tienes el deseo de formar una familia, porque al fin y al cabo te casas con esa ilusión”.
 
Loreto cuenta que nunca hasta entonces había rezado tanto y con tanta fe. “Un día –dice- me encaré con la imagen de la Virgen que tengo en mi habitación y le reproché: “¿Y tú por qué sí y yo no?”.
 
A los nueve años, ¡por fin!, llegó de China Irene. “Al coger en brazos y abrazar a mi hija por primera vez, sentí su olor y supe que era mía. Es una emoción muy difícil de describir”. Loreto sitúa en este hecho el momento en que por primera vez presintió lo que con el tiempo fue convirtiéndose en un convencimiento: “Me di cuenta de que no había tenido hijos biológicos porque mi vocación era ser madre adoptiva. Madre de ésta y de los que vendrían después. Que yo me había estado empeñando en un plan que no era el de Dios y que con el tiempo iría a buscar a los demás en el momento y en el lugar que Dios dispusiera. Estos tenían que ser nuestros hijos, y nosotros debíamos ser sus padres”.
 
Y así, con una cadencia que la madre naturaleza difícilmente hubiera podido superar, fueron llegando Antonio –andaluz, pero con la apariencia de un hindú–, Pablo –de raza negra, aunque nacido en España–, y la pequeña Loreto, también andaluza pero de piel clarita.
 
“Cuando por una serie de circunstancias sorprendentes nos ofrecieron a Pablo pensamos: a ver cómo encajamos esto, la niña china, un niño negro, otro con ojos azules… Pero los técnicos de la Junta de Andalucía nos aseguraron que para el niño eso iba a ser una ventaja”, recuerda Loreto. “Nos dijeron que es mejor que esté en una familia multiétnica: en la diferencia se sentirá más cómodo, más integrado desde el principio”.
 
La llegada de Loreto fue la más inesperada porque habían descartado adoptar uno más. “¿Pero quién dice que no cuando te ofrecen un bebé en desamparo? Es como si hubieran llamado a la puerta de nuestra casa y nos la hubieran dejado en el rellano. ¿Cómo vas a decir que no?”, considera.
 
Son muchos los niños y niñas cuya tutela asume la Administración después de que hayan sido abandonados o maltratados por sus padres, o una vez que se comprueba que carecen de un entorno familiar y social donde crecer y desarrollarse con normalidad. Son los menores declarados “en desamparo”. Y ese fue el caso de Loreto.
 
Varios colores, pero una sola raza
 
El mosaico, ahora sí, se había completado. Fue entonces cuando Loreto oyó por primera vez unas palabras de san Josemaría: ¡Todos somos iguales! Cada uno de nosotros valemos lo mismo, valemos la sangre de Cristo. Fijaos qué maravilla. Porque no hay razas, no hay lenguas; no hay más que una raza: la raza de los hijos de Dios. “Me emocionó y pensé que si todo el mundo sintiera en su corazón esta frase no nos distinguiríamos unos de otros y veríamos al resto de las personas con los ojos del amor, como las veía san Josemaría”, señala.
 
Su experiencia, sin embargo, le ha llevado a concluir que el racismo es una realidad que se comprueba cada día, y que sus hijos la sufren. Por ese motivo, la primera preocupación de Antonio y Loreto es proporcionarles las herramientas necesarias para que sepan enfrentar ese tipo de situaciones. Y la segunda, contribuir a erradicar esas actitudes a través de los padres y madres de distintos colegios, que con frecuencia les invitan a participar de sus reuniones con el fin de aprender a inculcar a sus hijos actitudes abiertas y positivas hacia las personas diferentes, sea por el motivo que sea. “Es fundamental, –y esto es lo que pretendo transmitir– que los padres integren a sus hijos en la diversidad”, defiende.
 
Algo que en su familia se vive con tanta naturalidad, y que enriquece a cada uno de sus miembros ampliando su visión del mundo, creciendo en tolerancia, en empatía, en acogida a todos…, en esa fraternidad de la que hablaba San Josemaría. “Crecer en esta diversidad te hace muy valioso”, dice.
 
Poder ayudar a muchos
 
Familia multietnica 2Poco después de recibir a Antonio, junto con algunas otras madres que se encontraban en su misma situación, Loreto creó la Asociación de Familias Adoptivas de Granada, que hace tres años recibió el premio ‘Andaluna’ de la Junta de Andalucía, que reconoce el trabajo de entidades, personas e instituciones en la divulgación de los derechos del niño. La asociación ofrece cada mes actividades tanto para los padres como para los hijos.
 
La adopción puede ser un proceso complejo y duro para quienes se internan en él por primera vez. Por eso una de las mayores alegrías de Loreto es poder echar una mano a esos matrimonios, tratando de allanarles el camino ante las dificultades que sin duda se irán encontrando.
 
A veces, por una serie de carambolas, la vida te la oportunidad de ayudar a una madre a quedarse con su hijo en lugar de darlo en adopción. En este caso, todos ganan.
 
Loreto comprende sin embargo que otras muchas mujeres, como las madres biológicas de sus hijos, no hayan podido tomar esa decisión y admira y agradece que hayan luchado por su vida cuando tenían todo de frente: “Yo estoy segura de que a las madres de mis hijos les hablaron de abortar. Por eso para mí que estas chicas tan jóvenes siguieran adelante con su embarazo sin la ayuda de nadie, sabiendo que por sus circunstancias no iban a poder quedarse con los niños me parece muy valiente. Aunque también creo, y me alegra pensarlo, que durante el embarazo se sintieron queridas por sus hijos, que se encontrarían tan solas que ese tiempo tan íntimo de tener a su bebé con ellas les debió ayudar mucho”.
 
Loreto ve todo lo que ha ido ocurriendo en su vida, como un regalo de Dios. “Asumir con enorme agradecimiento que mi vocación era ser madre adoptiva es un don que viene de arriba”, asegura: “Ha sido mi tabla de salvación”.
 
ProfesionalesEl coronavirus ha impuesto el confinamiento forzoso para la mayoría de la población. Pero no todos están en casa. Patrullando por las calles, atendiendo llamadas de emergencia, proporcionando medicamentos, ofreciendo información o cuidando a ancianos, miles de personas salen cada día de sus casas para que otros no salgan. Muchas veces expuestos al contagio, prestan un servicio clave para dar la vuelta a esta situación.
 
“Estos días ya no piensas en ti”. Manuel, coordinador de los teléfonos 'Salud Responde' de Andalucía.
 
‘Salud Responde’ es el teléfono de referencia en Andalucía para descubrir posibles positivos por coronavirus. Hasta la fecha, este servicio ha recibido más de 77.000 llamadas. El volumen de trabajo es ingente, tanto que el personal no logra atender todas las que reciben.
 
“La fe me ayuda muchísimo, porque aunque esté colapsado de trabajo sé que tengo la ayuda de Dios: nunca estoy solo”, explica Manuel. Las situaciones que vive cada día son duras, y a veces él también confiesa que siente cómo si perdiera la fe. Sin embargo, “cada mañana me levanto, ofrezco mi trabajo al Señor, y considero que estoy haciendo un bien a la comunidad, ayudando a gente que lo está pasando muy mal”.
 
En los dieciséis años que lleva trabajando en este servicio, Manuel no había vivido nunca una situación como ésta. Y eso que ha atendido servicios de enorme complejidad, como los de maltrato a menores o violencia de género. Pero esto es diferente. “Es un momento de locura, donde los protocolos cambian constantemente. Al principio no teníamos guantes ni mascarillas, ni material adecuado. A veces no damos abasto, y miles de llamadas se quedan sin atender. Es muy duro”, lamenta.
 
La adversidad está sirviendo, eso sí, para que el equipo de trabajo esté más unido, por encima de los modos de pensar y los diferentes estilos de vida de cada uno. “Todos estamos dando lo mejor; se nota una unión y una solidaridad que antes no había”, comenta.
 
Cada noche, en su oración personal, Manuel recuerda las personas que ha atendido y a aquellas que no ha podido atender. “Estos días ya no piensas en ti; cuando en casa te viene algún problema piensas en esas llamadas y ves que no puedes quejarte. No te acostumbras a esto, por muchos años que lleves tienes siempre en mente a estas personas y le pido a Dios por cada uno. Le digo: ‘ayúdales Tú’, eso me da fuerzas y me ayuda a tirar hacia delante”.
 
Confinando a la gente “con mucho amor”. Héctor, guardia civil.
 
Desde que empezó el estado de alarma, Héctor sale a patrullar con otro compañero, pero ambos circulan en vehículos separados. Está casado y tiene una hija, es del Opus Dei y trabaja como guardia civil de Tráfico en A Coruña. Allí trata de hacer cumplir el decreto dictado por el Gobierno, evitando que la mayor parte de la población salga a la calle, y tratando de reducir el número de accidentes en la carretera.
“Los guardias civiles estamos acostumbrados a la entrega y el sacrificio. Forman parte de nuestro día a día. Ahora salimos a la calle también con la preocupación de que puedes contagiarte, y de que eso supone contagiar a tu familia. Pero junto con eso tienes la fe y la esperanza de que Dios nos cuidará”, señala.
 
Su trabajo estos días consiste en hacer reflexionar a la gente que no puede aguantar en casa. “Les ayudas a canalizar eso, a que piensen en la suerte que tienen de estar vivos. Otros no pueden salir de sus casas porque están en un hospital”, relata.
 
Incluso cuando tiene que firmar una denuncia contra alguien, trata de no perder el buen humor, y de ver en eso un servicio. “Un día un sacerdote me preguntó cómo era capaz de denunciar a la gente. Le dije que lo hacía con mucho amor, que entregaba la copia del boletín con mucho amor y rezaba para que esa fuera la mayor de sus consecuencias, porque detrás de cada infracción suele estar la causa de un siniestro. Siniestro que se ha evitado al haberse encontrado con nosotros. Y eso hago estos días, 'confinar' a la gente con mucho amor”.
 
“Dios está tocando los corazones de todos”. Esther, fabrica el material para hacer viseras protectoras en 3D.
 
Escasean las mascarillas, y toda una comunidad de personas ha decidido poner sus impresoras 3D al servicio de la crisis sanitaria, y han empezado a fabricar desde sus casas viseras protectoras para los policías y el personal sanitario. Esther dirige en Granada una empresa dedicada a fabricar el filamento con el que se hacen estas viseras, que estos días están siendo solicitadas por hospitales e instituciones con urgencia.
 
“Un colectivo que parecía un poco friki, el de los ‘makers’ que utilizaban en sus casas impresoras 3D, ha demostrado una solidaridad tremenda. Muchos no tienen fe, pero a través de esta situación Dios está tocando los corazones de todos”, reflexiona.
 
Esther es del Opus Dei, acude cada tarde a su empresa para gestionar los pedidos de filamento, y cuando sale de casa se pone en manos de Dios con una jaculatoria: “Señor, Tú lo sabes todo”. Asegura que sin la fe y la ayuda espiritual que recibe la situación sería muy difícil de superar. Su labor cotidiana, sin embargo, ha adquirido estos días un sentido de servicio muy especial. “Ahora le sacamos al trabajo una rentabilidad mínima, pero eso da lo mismo si podemos ofrecer algo de seguridad a los policías o médicos y enfermeras que están al pie del cañón”, añade.
 
“Nos escucha mucha gente que quizás está en un hospital”. Mayte, periodista en una emisora de radio.
 
Veterana periodista, Mayte ha pasado por la prensa escrita y los gabinetes de comunicación. Ahora dirige el magazine de las mañanas en una radio local de Jaén. Nunca como ahora ha sido consciente de la importancia de informar, entretener y acompañar a miles de oyentes que la escuchan, confinados en sus casas, cada vez que se pone delante del micrófono.
 
“La radio es sobre todo compañía, en momentos que, para muchos, son de soledad”, dice. Por eso arranca cada día su programa con un tono positivo, alegre y cercano. “Somos conscientes de que nos escucha mucha gente que quizás está en un hospital, y queremos que nos sientan cerca”.
 
A Mayte el espíritu del Opus Dei también le ayuda a afrontar cada día la situación, salir a la calle y dar lo mejor de sí misma a través de las ondas. “En la radio se transmite todo, también el estado de ánimo. Por eso es importante estar bien. Yo me esfuerzo para estarlo, ofrezco esa tarea a Dios y trato de sacar lo mejor de mí misma, que es lo que al oyente le va a servir. Sin duda, creer en Dios me da una seguridad y una tranquilidad que si no, no tendría. Los que salimos a la calle estamos en peligro, y a veces entra miedo, pero también te sientes protegida”, considera.
 
Con el objetivo de ayudar a superar la situación, su programa combina testimonios de oyentes, que comparten en antena cómo llevan los días de encerrona en casa, con ideas sobre alimentación saludable, ejercicio, juegos o entretenimiento para niños. “El objetivo es que sean momentos para convivir más con la familia; aprovechar este tiempo para comunicarnos mejor, cuidar a los amigos y unirnos más a nuestros familiares”, señala.
 
La radio sirve también para dar información, dar a conocer las acciones solidarias de supermercados y centros comerciales, y para colaborar en la reducción del número de casos mediante campañas de concienciación como #QuédateEnCasa, además de otra dirigida a luchar contra las noticias falsas.
 
Desde que se declaró el estado de alarma, Mayte ha cambiado de horario para no coincidir en la radio con otros compañeros y evitar los contagios. Cada día abandona la emisora ya entrada la noche, y recorre las calles vacías hacia su casa, donde le esperan su marido y sus tres hijos. Lo hace, eso sí, con la satisfacción de haber prestado un servicio.
 
“Me está costando no darles besos y abrazos”. Lorena, auxiliar de enfermería en una residencia de religiosas.
 
Lorena siempre soñó con ser policía, pero se quedó fuera de la Academia por dos centímetros. No medía lo suficiente, y tras asimilar la noticia decidió aprovechar el curso estudiando auxiliar de enfermería. Se enamoró de su profesión, y ahora trabaja en una residencia de religiosas de edad avanzada en Tuy. Los únicos centímetros que le importan ahora son los que la separan de las monjitas a las que cuida, todas ellas de más de 90 años.
“Me está costando un montón no darles besos y abrazos, y eso que yo no soy de exteriorizar mis sentimientos, pero con ellas es diferente; son como niños pequeños, y me supone mucho mantener las distancias por el coronavirus. Mi trabajo supone un contacto con el paciente mucho más estrecho que el de un médico o una enfermera: los aseamos, nos cuentan sus problemas… Cumplimos todas las precauciones, pero sí o sí tiene que haber contacto”, relata.
 
La mayoría de estas monjas están enfermas o requieren cuidados especiales y no entienden lo que está pasando. Las que lo entienden, se dedican a rezar para que cambie la situación. Para Lorena, supernumeraria de Opus Dei, cuidarlas es “un orgullo”. Cuando era adolescente soñaba con ser policía, soñaba con servir a su país y al Rey. “Ahora me encuentro con que estoy sirviendo a personas que toda su vida han servido al verdadero Rey, que es Dios”, comenta.
 
“Los caminos de Dios no son los nuestros. Dios me llevó a una profesión de servicio absoluto. Y estoy muy contenta. Y lo que realmente me gusta es la gente mayor”, señala. Lorena no solo procura dar a estas religiosas los mejores cuidados; también las acompaña cuando se encuentran en el trance de la muerte. Así lo ha hecho ya con varias de ellas. “Es un trabajo muy gratificante, de contacto directo con el paciente”.
 
“Procuro rezar por cada persona que sube al autobús”. Tino, conductor de autobuses.
 
Tino tiene 60 años, y sale cada día a conducir uno de los autobuses públicos que circulan por Valladolid. Entre las tres de la tarde y las once de la noche recorre siempre la misma ruta, pero estos días lo hace con una sensación especial. “Me hace ilusión trabajar, y estos días tienen el valor añadido de poder realizar mi trabajo como un servicio público imprescindible”.
“Procuro rezar por cada uno de los que se suben al autobús y por sus familias. También me esfuerzo en evitar los frenazos y ‘arreones’, aunque no todos autobuses responden igual”, relata. En el vehículo no pueden viajar estos días más de 20 personas a la vez. Todos los pasajeros se comportan con una amabilidad especial.
 
“Mis compañeros saben que soy del Opus Dei y algunos aprovechan para pedirme que rece por ellos y por sus familias. Yo lo hago encantado y les animo también a rezar. Se nota que ha mejorado también el compañerismo entre todos”, cuenta.
 
Los paseos por la ciudad le sirven también para ir saludando al Santísimo, presente en los sagrarios de las iglesias por las que pasa, y que en casi todos los casos permanecen cerradas. “Es mi modo de acompañar al Señor y el momento de hacer una comunión espiritual. También rezo por las personas que van por la calle y por los compañeros conductores cuando me cruzo con otro autobús”. Otra ‘medida’ de seguridad que emplea antes de ponerse al volante es pedirle ayuda a su Ángel de la Guarda, y ofrecer el trayecto, “ese bendito trabajo de cada día, para que todos los pasajeros puedan decir que casi es un viaje de placer".
 
“Seguro que sacamos algo bueno de esta pandemia tan dañina”. Santi, en el mercado central de frutas.
 
Santi, de 62 años, trabaja en el mercado central de frutas de Valladolid, que cada madrugada abre sus puertas a las 4.30, hora a la que empieza la venta y los preparativos de los pedidos. Estos días hay menos actividad: sólo las tiendas y las residencias de la tercera edad. “Cuidamos con precaución la higiene. El protocolo en el recinto del mercado es el uso de guantes y mascarillas y dispensadores de solución”. Santi es del Opus Dei, y mientras trabaja aprovecha para rezar por los mayores que viven en esas residencias, “pues son personas más vulnerables y que tienen estos días una especial sensibilidad. ¡Cuánto me alegra que coman buenas naranjas de Levante! Con ellas van mis oraciones para todos”.
 
El ambiente estos días es un poco tenso, según relata, pues a veces el miedo se apodera de las personas y toda precaución es poca. “Hay comentarios de todas clases, desde el que nunca reza hasta el que pide a Dios para que se curen los enfermos; nunca he oído tantas imploraciones como en estos días. El jueves pasado vino un camionero de Murcia y en la cabina tenía el rosario. Le pregunté si lo utilizaba; él me dijo que era su acompañante y más en estos días. Como este caso tengo cien historias más”.
 
“A veces pienso que de esta pandemia tan dañina seguro que sacamos algo bueno, sobre todo la sensibilidad hacia las demás personas y un acrecentamiento de la fe, que mucha gente ya tiene, pero que, por lo que sea, no manifestaba”, considera.
 
“La gente se está portando increíblemente bien”. María, farmacéutica en un pueblo de Galicia.
 
María nunca pensó que viviría escenas como las de estos días: puntos para que la gente espere a distancia mientras se la atiende, aforo limitado, limpieza sobre las superficies con cada cliente, mascarillas, espacios de más de un metro y medio entre el personal, pijamas especiales que se desinfectan y un cañón de ozono para limpiar el aire. Y, sobre todo, el nerviosismo que genera la incertidumbre.
“La gente no sabe, y necesita que se le expliquen cosas como el funcionamiento del sistema inmunitario. Algunos vienen asustados y otros con incredulidad. Los hay incluso que se comportan como si no fuera con ellos. Pero la gente se está portando increíblemente bien: no tiene tanta prisa, no pone mala cara si no hay lo que busca, o si tiene que compartir el pedido con otros clientes. Se ve mucha generosidad”, relata.
 
María se emociona cuando cuenta cómo afronta estos días: “Me ayuda pedirle ayuda a la Virgen. Como farmacéutica mi patrona es la Inmaculada Concepción, y la tengo en la farmacia. Hay momentos en los que le pido que nos eche un cable, que su manto nos proteja. Soy “egoísta” y empiezo pidiendo por mi familia, pero conforme pasa el día intento rezar por las personas que vienen a la farmacia, por cada persona que tengo delante y todo lo que tiene que ver con ella. A veces me da miedo todo lo que puede suceder, pero lo pongo en manos de Dios”.
 
Pese al estado de alarma, cree que el confinamiento puede servir para algo positivo: “estar más serenos, saber que en la vida hay cosas más importantes que correr para un lado y otro y no llegar a ningún sitio. Estos días todo el mundo está sacando lo mejor de sí”.
 
confinamientoLas siguientes historias muestran cómo, aunque estemos limitados físicamente, la creatividad y la pasión por el bien pueden traspasar muros e incluso océanos, y no saben de confinamientos.
 
Una recién licenciada -a la que el coronavirus sorprendió mientras daba sus primeros pasos en el mundo profesional- compartía el otro día a varias amigas su reflexión sobre los tiempos que estamos viviendo, marcados para muchos de nosotros por la obligación de estar en casa sin poder movernos.
 
Les decía: “Nuestro tesoro lo llevamos dentro de nosotros, y no puede encerrarse entre cuatro paredes”. Fernando Ocáriz nos ha invitado, al poco de ser elegido como prelado del Opus Dei, a poner en juego la “imaginación de la caridad”.
Las siguientes historias muestran cómo, aunque estemos limitados físicamente, la creatividad y la pasión por el bien pueden traspasar muros e incluso océanos, y no saben de confinamientos.
 
1. #TiempoEntreCosturas
 
Tucha recuperó su máquina de coser.
Tucha vive en Rivera, una ciudad al norte de Uruguay. Hace pocos días recibió un mensaje de WhatsApp de una amiga. Aunque en ese momento todavía no había casos de coronavirus en la zona, el Ministerio de Salud Pública pedía la ayuda de voluntarios para coser sobretúnicas para el personal de salud, previendo que quizá harían falta más de los que podrían llegar a conseguir.
 
Aunque hacía varios años que no usaba su máquina de coser, decidió ofrecerse. Una doctora llevó a su casa la tela TNT celeste, elástico para los puños y un modelo. Esa visita fue una sorpresa: “Era la pediatra que atendió a mis seis hijos, ¡que hacía mucho tiempo que no veía!”. La médico le aseguró que había reconocido su voz cuando llamó para sumarse como voluntaria.
 
Ya con todo el material, intentó prender su máquina de coser, que había estado mucho tiempo guardada. Sin embargo, no funcionaba. La correa estaba rota y el motor se recalentaba, incluso podía ver chispas adentro. Miguel, su esposo, se sumó a la misión. Desarmó la máquina, arregló el motor e hizo una correa nueva con cuero que tenían en la casa. Quedó perfecta. Tucha comenzó a coser y, cuando terminó la primera sobretúnica, le pidió a su esposo que se la probara para comprobar que estaba bien. Trabajo en equipo.
 
Después de pasar horas entre costuras, Tucha comparte sus impresiones: “Todo el trabajo era nuevo y estaba muy nerviosa. Cada paso en la confección de la túnica era como una montaña delante de mí, pero pensaba en Jesús y se lo regalaba a Él. También le pedía ayuda a mi Ángel. Además, pensaba en san Josemaría, quien nos enseña que de pequeñas cositas podemos hacer algo grande, ¡y de esa manera irnos haciendo santos!”.
 
2. #TodoSaldraBien
 
Sin movernos de Uruguay, María José ofrecía recientemente una entrevista a un canal de noticias de su país, en la que explicaba una iniciativa que ha iniciado con colegas psicólogos y psiquiatras para estos días en los que hay que permanecer en casa: un servicio telefónico en el que profesionales de la salud mental ofrecen sus servicios de forma gratuita para ayudar a quienes el aislamiento se les vuelve difícil.
 
María José está casada y tiene cuatro hijos. Dentro de su profesión, se ha especializado en psicología positiva y terapia familiar. Dirige la Asociación Jóvenes Fuertes, que promueve la formación de niños y jóvenes a través del desarrollo de virtudes, fortalezas de personalidad y habilidades. Otra de sus iniciativas, junto a una amiga, fue desarrollar audios que se emiten por podcast en Spotify sobre psicología positiva. El proyecto se llama “Sé feliz, deja huella” y en estos días incluye episodios como “Desafío familiar para llevar adelante el coronavirus” y “Ansiedad en tiempos de incertidumbre”.
Durante la entrevista televisiva mencionada antes, dio algunos consejos para afrontar la situación de pasar varios días sin salir de casa. Explicó que es normal que durante este momento haya un aumento de la ansiedad y el malestar, pero aseguró que lo importante es “no focalizarse en eso”, sino “desarrollar pautas de salud”. Mencionó la relevancia de tener un horario y de buscar actividades que nos ayuden a centrarnos en algo concreto, como pueden ser el ejercicio o el participar de los servicios religiosos online.
 
Explicó la importancia de encontrar la manera de estar cerca, aunque sea a la distancia, en especial con los que viven solos: “Se están viendo hoy en día iniciativas preciosas de ayudas solidarias. Esto hace bien a muchas personas y hace muy bien al que ayuda. Entonces, es importante la apertura al otro, hacer un llamadito, mandar un mensaje, estar atentos al cuidado de los demás. Descentrarme de que yo estoy pasando mal, para ver que hay otras personas que también están pasando mal y que también necesitan de mi ayuda. Cuidarme y cuidar a otros”.
 
Gaby y Marie tuvieron una idea parecida a la de María José, dirigida a gente joven. Las dos viven en Nueva York, donde la pandemia está siendo particularmente agresiva. En cuanto el gobierno de Estados Unidos decretó el aislamiento para la ciudad, sus neuronas empezaron a darle vueltas a qué hacer para difundir contenidos útiles y positivos en lengua inglesa. Así nació la serie de podcasts “Corona: use it; don’t lose it” (algo así como, “Corona: ¡aprovéchalo!”), sobre cómo hacer rendir al máximo la situación única provocada por el brote de coronavirus. En los diferentes capítulos dan voz a estudiantes de diferentes puntos del país que comparten sus consejos: cultivar las amistades, aprovechar para leer, cómo adaptarse el nuevo ritmo de clases online, o cómo mantener el buen humor y la motivación.
 
3. #CartasDelAlma #CartasCovid
 
Verónica, coordinadora de la ONG Impulso Social de Argentina, cuenta cómo el deseo de ayudar a los afectados por la pandemia se activó en numerosas jóvenes voluntarias que suelen participar en sus actividades pero, ¿cómo dar una mano sin poder salir prácticamente de casa? En un primer momento, las animaron a “impulsarse” en sus propias casas y así algunas se pusieron a cocinar, a ayudar a los hermanos con la tarea, a mantener el buen ánimo familiar… Pero su afán de dar una mano iba más allá y, de nuevo, la tecnología fue la gran aliada.
 
La madre de una de las voluntarias les compartió una iniciativa que había arrancado en España -donde la pandemia llegó semanas antes y de forma agresiva-. Contactaron con la cirujano Cristina Marin Campos, que trabaja en el Hospital de La Princesa en Madrid y ha empezado la campaña “Carta con alma”, a través de la cual el personal sanitario se compromete a hacer llegar a los pacientes ingresados por COVID-19 cartas de ánimo que se envíen a varias direcciones de mail que se han creado para ello.
 
Muchas estudiantes que colaboran con Impulso Social se sumaron desde diferentes ciudades de Argentina para escribir cartas. En ellas cuentan quiénes son, dan ánimo a los enfermos y, quien quiera, deja su mail para que puedan responderles. De este modo, acompañan a quienes están más aislados y sus misivas, llenas de cariño, crucen el “charco”, pasando de un lado a otro del Atlántico. Según afirma Verónica, “Impulso Social está jugando un papel muy importante en esta cuarentena, especialmente entre las familias. Antes trabajábamos más con cada voluntaria, pero ahora al estar todos en la misma casa, se están involucrando todos los miembros de la familia. Cuando empezamos la iniciativa de las cartas, muchas nos preguntaron: ¿pueden participar mi papá, mi mamá, mi hermana? Es algo bueno que nos va a dejar esta situación, pues en futuros casos de necesidad más gente se sumará a ayudar”. Se puede saber más sobre la ONG y sobre esta propuesta en su cuenta de Instagram.
 
Otra actividad similar se ha puesto en marcha en Monterrey (México), donde un grupo de estudiantes universitarias y jóvenes profesionales ha creado la cuenta @apadrinaonline, con el fin de acompañar desde su “trinchera” a los afectados por el COVID19 a través de la oración, mensajes de aliento y presencia virtual. Además de enviar cartas a los enfermos, se ofrecen a acompañar a agentes sanitarios rezando por ellos, enviándoles mensajes e incluso algún detalle a través de mensajerías a domicilio. También se ocupan de atender a personas mayores, a la que llaman por teléfono. En una semana, han escrito cartas a 14 pacientes, han “apadrinado” a 218 empleados del sector de la salud y han hecho compañía a 326 enfermos o ancianos.
 
 
90 aniversarioCon ocasión del próximo 90º aniversario del 14 de febrero de 1930, ofrecemos dos reportajes que se publican en la página web del Opus Dei, y la Carta en la que Mons. Ocáriz nos anima a dar muchas gracias a Dios por el don que concedió a la Obra y a la Iglesia.
 
 
 
 
 
 
 
Inma AlvaEmprendedoras, entusiastas, llenas de fe: así eran las primeras
 
Entrevista a ​Inmaculada Alva, especialista en la historia del Opus Dei: “De las primeras mujeres de la Obra destacaría su capacidad de emprendimiento, su entusiasmo y la fe contra cualquier dificultad”.
 
 
 
Victoria«Todavía espero ver algunas cositas más»
Victoria López-Amo es la mujer que lleva más tiempo en el Opus Dei. En mayo de 2019 cumplió cien años. Española de origen y guatemalteca de nacionalidad, ama con intensidad la vida, de la cual espera todavía más. Al cumplirse el 90 aniversario del 14 de febrero de 1930, recogemos algunas impresiones de una de las primeras que siguió a san Josemaría.
 
 
 
 
MarceloLa Congregación de las Causas de los Santos ha decretado el "nihil obstat" para la apertura de la causa de canonización del joven brasileño Marcelo Câmara. La Causa se lleva a cabo en la diócesis de Florianópolis (Brasil).
 
El próximo 8 de marzo, Mons. Wilson Thaddeus Jönck, arzobispo de Florianópolis, Brasil, inaugurará el Tribunal Diocesano para investigar la vida, las virtudes y la fama de santidad de Marcelihno, como lo llaman sus familiares y amigos.
Marcelo murió el 20 de marzo de 2008 a los 28 años a causa de una leucemia. Dio testimonio ejemplar de vida cristiana, viviendo los momentos ordinarios de la vida de una manera extraordinaria.
 
A través del Movimiento Emaús había experimentado una profunda conversión; más adelante conoció el Opus Dei y en 2006 pidió ser admitido como miembro supernumerario. Después de cursar la carrera universitaria de Derecho, dio clases en la universidad y aprobó la oposición de fiscal.
 
El padre Vitor Feller, postulador de la Causa, afirma que “en medio de los desafíos de un mundo altamente secularizado, Marcelo nos confirma que la santidad es posible y es un llamado para todos los estados de la vida. Es posible ser joven y ser santo”.
 
Cada causa de canonización cuenta con un postulador, es decir una especie de abogado que colabora con el tribunal diocesano nombrado por el Obispo para investigar la vida del candidato, que, a partir de ese momento, puede ser llamado siervo de Dios. Una vez concluido el proceso, si el dictamen es positivo, la persona es declarada venerable. Para llegar a ser beato, es necesario probar un milagro a través de su intercesión. La canonización requiere la prueba de un segundo milagro.
 
La Asociación Marcelo Henrique Câmara, promotora de la causa, agradece las oraciones, las comunicaciones de gracias recibidas por su intercesión y las contribuciones financieras para el desarrollo del proceso.
 
 
 
SylvieSylvie, cooperadora de Canadá: firmes en la fe
Madre de tres hijos adolescentes, Sylvie vive en Canadá y es cooperadora del Opus Dei. Recibe formación para conocer mejor a Jesucristo. Piensa que la formación cristiana le ayuda a ser firme en la fe, y esto se transmite por contagio a los demás.

AlviraLa Fundación Beta Films ha editado un nuevo documental sobre la historia de Tomás Alvira y Paquita Domínguez, un matrimonio en proceso de beatificación. Varios hijos del matrimonio y algunos amigos que los trataron muy de cerca relatan que el cariño, la ilusión, la serenidad y el buen corazón formaban parte del ambiente que se vivía en casa de los Alvira.

Enlace a la página web del Opus Dei con desatalles de la noticia y otros enlaces.

san josemara hoy 15 1 638Boletín informativo sobre el fundador del Opus Dei, con el título “La libertad, un regalo de Dios”. Recoge varios textos suyos, del Papa Francisco, además de diferentes relatos de favores y testimonios.

Descargar el Boletín.

Enlace a la noticia de la página del Opus Dei.

Prelado MontrealMons. Fernando Ocáriz ha aconsejado "ensanchar el corazón para acoger a los demás" durante su viaje pastoral por Canadá.

 

 

 

Artículo completo de la página web del Opus Dei

San Josemaria hoySan Josemaría Hoy. Boletin de san Josemaria Escriva de Balaguer 2018
Boletín informativo con el título “La familia, fuente y motor de inspiración y cariño
Descarga el Boletín de san Josemaría, nº 14: La familia, fuente y motor de inspiración y cariño (PDF)
Teresa CardonaUna muchedumbre serena se dio cita este jueves en la Basílica de Santa María del Mar, en pleno corazón del barrio de La Ribera de Barcelona, para despedir el cuerpo de Teresa Cardona, la profesora catalana fallecida en un accidente en Costa de Marfil cuando participaba junto a un grupo de estudiantes en un proyecto de voluntariado.
 
Entre las más de 2.000 personas que abarrotaban el templo gótico se encontraban sus hermanos y familiares, sus colegas de trabajo en el colegio Canigó y las estudiantes que la acompañaron durante el viaje en el que perdió la vida. Varias de estas voluntarias fueron las encargadas de colocar sobre el féretro unos centros repletos de flores blancas.
 
Fueron muchas, decenas de personas, las que trajeron ramos y los colocaron en el altar, las escaleras o las capillas laterales. Uno de los ramos llegaba incluso desde el otro lado del océano, enviado desde Venezuela por un grupo de personas del Opus Dei de ese país.
 
Funeral Teresa CardonaLa luz filtrada a través de las vidrieras y rosetones llenaba el templo de una atmósfera apacible, en la que cientos de personas seguían la ceremonia cantando, rezando o llorando según los casos. Sonriendo también, cuando el sacerdote Manuel Cardona, hermano de Teresa y encargado de celebrar la Eucaristía, leyó en voz alta una carta enviada por ella para felicitarle el cumpleaños cuando tenía 17 años. O cuando el vicario del Opus Dei en Barcelona, Ignacio Font, recordó en la homilía algunos trazos de su modo de ser tras una pequeña encuesta efectuada a sus amigas, compañeras y alumnas.
 
He pedido que me definieran en una palabra lo más significativo de su carácter. Y me han contestado que era apasionada, expansiva, moderna, vehemente, vitalista, jovial, animada, caótica, impetuosa, alegre, trabajadora e impulsiva. Y la mayoría añadía además que era intensa. Vivió con gran intensidad, procurando acercar a la gente a Dios, sembrar paz y alegría”, consideró el vicario. También, según Ignacio Font, “armando lío”, como el Papa Francisco pedía a los jóvenes.
 
El Papa Francisco envía su bendición
 
El vicario leyó a los asistentes unas palabras enviadas por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de su santidad, en las que el Santo Padre hacía llegar su pesar por la repentina muerte de Teresa y se comprometía a elevar sufragios por su eterno descanso. En su mensaje, el Papa manifestaba también que estaba pidiendo, por intercesión de san Josemaría, la pronta recuperación de las jóvenes que resultaron heridas y les enviaba su bendición.
El prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, también envió un mensaje para transmitir su cariño y cercanía. “En ocasiones como éstas los caminos de Dios nos sobrecogen y nos sorprenden. No acabamos de comprender el porqué de la pérdida de una mujer joven y alegre con tantos proyectos por delante. Al mismo tiempo, estas circunstancias dolorosas nos llevan a mirar y a confiar una vez más en Dios, nuestro Padre del Cielo, que nos quiere inmensamente y nos acompaña siempre. Dios vino a buscar a Teresa un día, inesperado para nosotros, pero previsto por Él, en que la encontró poniendo en juego su ilusión, su alegría, su amistad y su afán por ayudar a los demás en un lugar lejano”, escribía Mons. Fernando Ocáriz en su misiva en la que además elogiaba el ejemplo de serenidad y entereza de las voluntarias y agradecía las numerosas muestras de cariño que el Opus Dei ha recibido estos días por parte de personas particulares e instituciones civiles y religiosas.
El bien siempre asoma la cabeza
 
La serenidad de las voluntarias, pendientes las unas de las otras tras el siniestro, es precisamente una de las notas más destacadas de lo ocurrido, según Nuria Borrás, otra de las responsables del grupo del Colegio Mayor Bonaigua, que recordó cómo mantuvieron la calma pese a la tragedia y los nervios, y la profunda huella que ha dejado en ellas lo sucedido.
 
Por encima del dolor del momento todas se han dado cuenta de la explosión de generosidad que han vivido a su alrededor estos días. La generosidad se tradujo en la asistencia en carretera, el traslado de las heridas, la acogida en casas y residencias, el cuidado y el consuelo ofrecido por muchas personas del país africano a las voluntarias”. Una manifestación de cariño que, según Borrás, ha dejado en ellas “una huella de cómo, por encima de las dificultades, siempre el bien asoma la cabeza y deja unos regalos impresionantes”.
 
Palabras enviadas por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de su santidad
 
Vaticano, 26 de junio de 2019
 
Rvdo. Abdoulaye SIssoko. Vicario Regional del Opus Dei (Abidjan)
 
Recibida la triste noticia del trágico accidente de carretera que ha
truncado la vida de la señora Teresa Cardona cuando, junto con estudiantes del Colegio Canigó de Barcelona, se dirigía para realizar obras de solidaridad y de promoción de la mujer en Yamoussoukro, deseo hacer llegar, por medio de usted, el sentido pésame del Santo Padre a la familia
de la fallecida y a los miembros de esa comunidad educativa, al mismo tiempo que eleva un ferviente sufragio por su eterno descanso.
 
Asimismo, el Papa Francisco pide por intercesión de San Josemaría Escrivá la pronta recuperación de todas las personas que están heridas, y
como signo de fe y esperanza en Cristo Resucitado, les otorga a todos la confortadora bendición apostólica.
 
Cardenal Pietro Parolin
 
Secretario de Estado de su santidad
BeatificacionMadrid acogió la beatificación de la doctora química e investigadora española Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975) que, entre otras cosas, llevó el mensaje del Opus Dei a México. En una carta, el Papa Francisco la puso como ejemplo de “santidad de la normalidad”.
 
El delegado del Santo Padre fue el cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Junto a él concelebraron el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, así como seis cardenales, nueve arzobispos, diecisiete obispos y unos 150 sacerdotes.
Papa Francisco: la alegría de Guadalupe
 
El Papa Francisco quiso “unirse a la alegría y acción de gracias” por la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri a través de una carta leída por el vicario auxiliar de la prelatura, Mariano Fazio, al final de la ceremonia (enlace al texto completo de la carta).
 
La nueva beata -dijo Francisco- “puso sus numerosas cualidades humanas y espirituales al servicio de los demás, ayudando de modo especial a otras mujeres y a sus familias necesitadas de educación y desarrollo”. El pontífice destacó que Guadalupe “realizó todo esto sin ninguna actitud proselitista sino sólo con su oración y su testimonio”, “con la alegría que brotaba de su conciencia de hija de Dios, aprendida del mismo san Josemaría”.
 
Por su parte, el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, tras agradecer a Dios la beatificación de Guadalupe, pidió al cardenal Becciu que transmitiera al Romano Pontífice su gratitud y la de toda la prelatura del Opus Dei. “Dígale que agradecemos el mensaje que nos ha enviado y que acabamos de escuchar; que le manifestamos nuestro filial afecto y rezamos por su ministerio pastoral de sucesor de Pedro” (palabras de agradecimiento del prelado del Opus Dei).
El prelado encomendó a la intercesión de la beata Guadalupe el propósito de todos los fieles de la Obra “de ser siempre buenos hijos de la Iglesia; y que la prelatura del Opus Dei, como quiso san Josemaría, sirva siempre a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida. Que con la gracia de Dios, la mediación materna de Santa María, y el ejemplo de la nueva beata, sepamos descubrir cada día que nuestra vida ordinaria es lugar en que Jesucristo nos espera y ocasión de transmitir a los demás la alegría del Evangelio”.
 
Dra IbeziakoLa médico sudafricana Ozó Ibeziako, Premio Harambee 2019 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana?
El próximo 5 de marzo la médico Ozó Ibeziako, de la ONG Komati Foundation, recogerá el premio que reconoce su labor en el proyecto “Art of Living”, que puso en marcha en los suburbios de Johannesburgo, para ofrecer a las jóvenes la oportunidad de crecer como mujeres con dignidad.
 
El Premio Harambee España a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, patrocinado por los Laboratorios René Furterer, ha sido concedido este año a la médico Ozó Ibeziako, como promotora del proyecto social “Art of Living” de la ONG Komati Foundation.
 
Vendrá a Madrid para recoger el premio el próximo 5 de marzo, que le entregarán S.A.R. Teresa de Borbón dos Sicilias, Presidenta de Honor de Harambee España y Laurent Coupé, Director General de los laboratorios Pierre Fabre en España.
 
La oportunidad de crecer como mujeres con dignidad
 
Ozó Ibeziako, médico de familia en Johanesburgo, colabora desde 1999 con la Fundación Komati en la mejora de la sociedad sudafricana en los campos de la educación, el desarrollo, la igualdad y el bienestar social, generando en las jóvenes un compromiso duradero con el desarrollo personal y social.
 
En 2017 puso en marcha el proyecto “Art of Living” en el barrio de Alexandra, en los suburbios de Johannesburgo, para ofrecer a las jóvenes la oportunidad de crecer como mujeres con dignidad.
 
Alex, como se conoce a este asentamiento urbano, es uno de los townships creados durante la política de apartheid en Sudáfrica, cuando se asignaba un territorio a cada grupo étnico, rodeado de alambrado, en el que tenían que vivir obligatoriamente. 
 
Ahora ya no hay alambradas y la gente puede vivir donde quiera, pero siguen siendo asentamientos marginales, llenos de pobreza y miseria. “Con la ayuda de Harambee podremos llevar Art of Living a otros barrios marginales de los alrededores de Johanesburgo para ayudar a muchas mujeres a cumplir sus sueños”.
 
Harambee IbeziakoHarambee –que en swahili significa todos juntos– es un proyecto internacional de solidaridad con África subsahariana que colabora con proyectos educativos, sanitarios o asistenciales, impulsados y realizados por los mismos africanos en sus países. Todos sus voluntarios trabajan de forma solidaria, sin percibir remuneración alguna.
 
En 2019 Harambee desarrolla proyectos en la región de Bigerville en Costa de Marfil, en Kenya, en Rwanda, en Burundi, en Benin y en los suburbios de Kinshasa en RD Congo.
 
René Furterer, marca de los laboratorios Pierre Fabre, ofrece una gama de cuidados de para el cabello, formulados a base de aceites esenciales 100% naturales y extractos de plantas rigurosamente seleccionados por sus propiedades específicas, que aportan beneficios rápidos, visibles y duraderos.
 
Como marca precursora en el uso del karité en cosmética, René Furterer colabora con una joven organización productora de karité en Burkina Faso. De esta manera mejora día a día las condiciones de trabajo de más de 200 mujeres, proporcionando a los productos para cabellos muy secos de la marca, una manteca con la garantía KARITÉ ÉTICO, elaborada sumando la tradición africana más auténtica, a su rigor farmacéutico.
 
Este junto con otros proyectos solidarios, como los de Harambee, convierten a la marca René Furterer, en una marca equitativa, solidaria y responsable.
 
Jovenes“10 preguntas sobre el Sínodo” es una serie de entrevistas realizadas a diferentes personas, a raíz del encuentro convocado por el Papa Francisco. En octubre, Obispos de todo el mundo se reunirán en Roma para profundizar en la relación de los jóvenes con la fe, la cuestión del descubrimiento de la propia vocación y el discernimiento como elemento propio del cristiano para acertar con las decisiones importantes.
 
 
1. Nicolás Álvarez de las Asturias: «La mayoría de los jóvenes no se plantea que Dios tiene un designio sobre ellos»
 
Nicolás Álvarez de las Asturias (Madrid, 1972) es sacerdote diocesano de Madrid y Catedrático de la Universidad de San Dámaso. Desde su experiencia como profesor de seminario y sacerdote en una parroquia con una pastoral juvenil muy activa explica las principales claves de esta nueva iniciativa de la Iglesia.
 
 
2. Inés San Martín: «Nos olvidamos de que los jóvenes no son el futuro, son el presente»»
 
En septiembre de 2014, el diario americano The Boston Globe ponía en marcha Crux, un portal especializado en noticias de la Iglesia Católica, bajo la dirección del periodista John Allen y, un par de años después, el digital pasaba a depender directamente de sus periodistas. Desde el comienzo de su andadura, Inés San Martín (Argentina, 1986) ha sido la corresponsal en el Vaticano y, entre otras muchas cosas, ha cubierto ya varios Sínodos.
 
 
3. Carlos Santana: «Si un joven es capaz de seguir a un instagramer o a un youtuber, ¿cómo no va a ser capaz de seguir a Cristo?»
 
Carlos Santana (Granada, 1995) aparcó una incipiente carrera como periodista económico para incorporarse a la Dirección de Comunicación de los Agustinos Recoletos, hace apenas un año. En estos meses, para impulsar el efecto del Sínodo, la centenaria institución heredera del carisma agustiniano, celebra un Año Vocacional.
 
 
4. Franco Galdino: «La distancia entre el pastor y la oveja desaparece cuando se da a la oveja la oportunidad de convertirse en pastor de otros»
 
Franco Galdino es misionero y seminarista de la Comunidad Católica Shalom, una Asociación Privada de Fieles muy reciente pero que ya está presente en treinta países y cuenta con gran tirón entre la gente joven. Ahora mismo vive en Roma, donde estudia Teología en la Pontificia Universidad Lateranense. Desde allí vivirá intensamente este Sínodo sobre los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional, como explica en esta entrevista. 
 
 
5. Alba Duchemin: «No puedes decirle a una persona cómo tiene que rezar si no estás a su lado y conoces su realidad»
 
A Alba Duchemin (Francia, 1992) le encanta el voluntariado —de hecho, trabaja en la ONG “Jóvenes y Desarrollo” — e implicarse hasta el final en las actividades de su parroquia, María Auxiliadora, en Atocha. Por eso, ha sido una de las participantes en la Parlamento de la Juventud del Cardenal Osoro, en Madrid, y explica en esta entrevista lo que ha significado para ella participar en la preparación del Sínodo de esta manera. 
 
itaca"Regreso a Ítaca" es un reportaje multimedia que recoge seis historias de personas en torno a los 50 años que, después de mucho tiempo sin práctica religiosa, han vuelto a la Iglesia.
 
Ítaca, isla del mar Jónico, es el símbolo del viaje del que vuelve a casa, el regreso de Ulises contado por Homero en La Odisea, el retorno a casa de un converso.
 
El reportaje multimedia “Regreso a Ítaca” recoge las palabras del papa Francisco, cuando señala que “Dios es un Padre que me ama y espera mi regreso”, e incluye los testimonios de Rosa, África, José, Ángel, María y Manuel, que cuentan sus itinerarios en relación a la fe y los momentos clave de su regreso a la Iglesia.
 
Lejanía, nostalgia, inflexión y regreso
Cuatro vídeos con los relatos de los protagonistas desgranan las fases de su conversión. Esos vídeos se han unido en un documental que dura 32 minutos. 
Entre otras vivencias, Rosa explica que “yo lo hacía todo por cumplir, por quedar bien, me sentía obligada”, y ahora veo que “Dios me mide por lo que amo, no por lo que hago mal; sé que si caigo tengo una red, y no pasa nada”. Rosa dice que, tras un proceso nada fácil, “descorrí las cortinas de mi vida y entró la luz del sol”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
África recuerda que estuvo 20 años diciendo que no a Dios, y ahora, “veo que si vives cara a Él la vida es totalmente distinta, gira 180 grados”. José es artista y cuenta que “mi odio fue cediendo y se transformó en indiferencia, ahora veo que mi proceso interior es un milagro”.
La vida de Ángel, ya rehabilitado y con trabajo, ha estado llena de dificultades: “Me refugié en las drogas, sin saber que iba directamente a refugiarme en el infierno”, mientras que María dejó de rezar “porque no se cumplía nada de lo que pedía”. Por su parte, Manuel, médico, pensaba que la Iglesia era perniciosa y que era imposible conciliar la fe y la ciencia. “Ahora, dice, me siento identificado con el hijo pródigo, nadie me echó en cara nada”, concluye.
 
Historias muy intensas de conversiones
 
Aunque hoy muchas personas se declaran agnósticas, otras vuelven a la Iglesia después de muchos años. De repente, algo cambia en sus vidas. Son historias muy intensas, a partir de vivencias fuertes o sucesos más corrientes pero que suponen un punto de giro en la existencia.
 
El reportaje multimedia se amplía con la historia de cada uno de los personajes: Rosa, África, José, Ángel, María y Manuel. En el apartado “Los hijos de Ítaca” se ha querido incluir sus vivencias en formato audio, porque es un modo muy íntimo de contar una historia. También se han agrupado los audios en el canal de SoundCloud.
 
 
 
 
 
 
 
 
guadalupe ortiz de landazuriEl Papa Francisco autorizó el 8 de junio de 2018 que la Congregación de las Causas de los Santos promulgue el decreto de aprobación del milagro de Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975), miembro del Opus Dei.
 
Al conocer la noticia, Mons. Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, ha comentado: «La vida de Guadalupe nos lleva a comprobar cómo el darse enteramente al Señor, respondiendo con generosidad a lo que Dios va pidiendo en cada momento, hace ser muy felices aquí en la tierra y luego en el Cielo, donde se encuentra la felicidad que no se acaba.
 
Pido al Señor que el ejemplo de Guadalupe nos anime a ser valientes para afrontar con entusiasmo y espíritu emprendedor las cosas grandes y pequeñas de cada día, para servir con amor y alegría a Dios y a los demás».
 
El milagro consiste en la curación instantánea de Antonio Jesús Sedano Madrid, de 76 años, de un tumor maligno de piel junto al ojo derecho, en el año 2002.
 
Una noche, cuando faltaban solo unos días para la intervención quirúrgica en la que le extirparían el cáncer, Antonio acudió con fe a la intercesión de Guadalupe Ortiz de Landázuri, pidiéndole que no fuera necesario someterse a la operación. A la mañana siguiente, el tumor había desaparecido por completo. En sucesivas revisiones médicas, la curación fue confirmada.
 
Antonio Jesús Sedano Madrid falleció doce años después, en 2014, a causa de una patología cardíaca. Tenía 88 años. El cáncer de piel, del que se curó por intercesión de Guadalupe Ortiz de Landázuri, nunca volvió a aparecer.
 
En una entrevista, el postulador de la causa, el sacerdote Antonio Rodríguez de Rivera, define a Guadalupe como «una mujer enamorada de Dios, llena de fe y de esperanza que, con su trabajo y optimismo, ayudó a los demás en sus necesidades espirituales y materiales. Era manifiesta la alegría que impregnaba todo su quehacer, también ante situaciones más difíciles».
 
Rasgos biográficos
 
Nació en Madrid en 1916, el día de la Virgen de Guadalupe. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad Central de su ciudad natal. Fue una de las cinco mujeres de su promoción. Durante la Guerra Civil española confortó a su padre, que era militar, en las horas previas a su ejecución. Perdonó desde el primer momento a los responsables. Tras el conflicto bélico, acabó la carrera universitaria y fue profesora de Física y Química en el Colegio de las Irlandesas y en el Liceo Francés de Madrid.
 
A comienzos de 1944, a través de un amigo, conoció al fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, quien le enseñó que el trabajo profesional y la vida ordinaria pueden ser lugar de encuentro con Cristo. Más tarde afirmaría: «Tuve la sensación clara de que Dios me hablaba a través de aquel sacerdote». Aquel mismo año se incorporó al Opus Dei.
 
A partir de entonces, Guadalupe vivirá esa entrega sin condiciones, con una delicada fidelidad a Jesucristo, a quien trataba de modo especial en la Eucaristía, buscando la santidad, con afán de servir, y tratando de acercar a Dios a muchas personas. En Madrid y luego en Bilbao atendió de modo primordial a la formación cristiana de gente joven.
 
Harambee 2018 0Ebele Oyoke nació en Eunugu y se licenció en Farmacia con el sueño de investigar y fabricar medicamentos para curar. Sin embargo, la vida y la realidad de su país fueron poniéndole al frente de otro sueño que se llama Women’s Board: una ONG que ha conseguido en diez años que muchas mujeres de su propio país dejen de ser nigerianas “de tercera”, abocadas exclusivamente a trabajar las tierras ajenas, para convertirse por arte de lucha en emprendedoras capaces de sacar adelante sus propios negocios.
 
A través del Programa AMAD, Okoye y otras mujeres comprometidas con el futuro de la sociedad más cercana, están convirtiendo los estados y los sectores más rurales de las poblaciones vecinas en un foco de recuperación del talento femenino para construir entre todos unpaís, y ese empeño con frutos maduros que se traducen en cerca de 4.000 mujeres y niños beneficiados acaban de recibir en Madrid el Premio Harambee 2018 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.
 
Harambee 2018 1Okoye lleva años trabajando en un escenario complicado, porque la brecha social de las mujeres en su país es una zanja mortal llena de injusticias y discriminación sistemática. Ser mujer en algunas zonas de Nigeria implica, entre otros muchos anacronismos, a veces tradicionales, estar excluidas de las ventajas de la educación y prescindir de su voz. Ante este panorama, Okoye ha superado la cultura del lamento poniéndose manos a la obra “para remediar esta situación de injusticia. Se trata de un grano de arena en un inmenso desierto, pero cuanto más se extienda nuestro programa, más mujeres se verán beneficiadas. No se trata sólo de proporcionales habilidades y educación, sino, sobre todo, de ayudarles a ser conscientes de sus capacidades y su dignidad como seres humanos y como mujeres”.
Artículo publicado en Vida Nueva "Contra el machismo voraz en Nigeria" (PDF)
Reportaje publicado en Vida Nueva sobre la labor de Ebele Okoye, Premio Harambee 2018 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana por el proyecto social AMAD, de Women Board.
  
Braval llibre 20histories immigracio solidaritat 25 800El martes 23 de enero de 2018 fue la presentación del libro "20 historias de superación en el Raval", de Josep Masabeu, mediante una mesa redonda integrada por el propio autor, la expresidenta de Cáritas, Nuria Gispert, el pedagogo Gregorio Luri y el ex portero del Barça, Pedro Valentín Mora, moderados por el codirector de la revista Valors, Joan Salicrú.
 
El libro recoge veinte relatos sobre personas vinculadas a Braval, un proyecto solidario en el que colaboran unos 160 voluntarios que dedican unas 15.000 horas anuales. De estos voluntarios hay 80 estudiantes, 55 profesionales y 25 jubilados, que han ayudado a unos 1.240 participantes de 30 países, que hablan 10 lenguas y profesan 9 religiones.
 
Más de 180 personas asistieron a la presentación del libro, que tuvo lugar en el salón de actos del Colegio de Notarios, que nos cedieron para la celebración de los 20 años de Braval.
 
Participantes en los programas, voluntarios, antiguos participantes y antiguos voluntarios, familias, colaboradores, representantes de otras entidades, autoridades y amigos quisieron compartir con nosotros esta celebración.
 
En primer lugar visionamos un videoclip que recoge, con fotos de estos 20 años, una visión panorámica de las diversas actividades de Braval. A continuación vinieron las intervenciones de los diversos integrantes de la mesa redonda, y finalmente una amplia rueda de preguntas por parte de los asistentes.
 
 
JohnJohn, violonchelista: tocar para Dios
John toca el violonchelo en la orquesta sinfónica Kitchener-Waterloo (Canadá). Ha aprendido de san Josemaría a dar un sentido más profundo a la música, y a unirla a otros aspectos de la vida sin que se convierta en un fin en sí misma.
BrasilEl prelado ha celebrado diversos encuentros en Río de Janeiro con personas que acuden a las actividades de formación cristiana que ofrece el Opus Dei en Brasil.
 
27 de enero de 2018
 
El sábado a primera hora, Mons. Fernando Ocáriz comentó el evangelio del día en su predicación a un grupo de mujeres. “La calma de la tempestad en el Mar de Galilea es un hecho histórico -dijo- y, al mismo tiempo, es un símbolo de la vida de cada uno y de la Iglesia. Muchas veces tenemos que enfrentarnos a las dificultades que se presentan en la propia vida, en nuestro empeño evangelizador, en nuestro estar en el mundo”.
“En ocasiones –continuó-, parece que el Señor está durmiendo y no siempre es fácil percibir su presencia, pero Él está con nosotros”. El prelado del Opus Dei añadió que, junto a la presencia de Dios, van unidas las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, que es necesario pedir al Señor.
 
Al finalizar ese rato de oración, Mons. Ocáriz charló con un grupo más numeroso de fieles del Opus Dei procedentes de diversas ciudades de Brasil y de Paraguay. En la tertulia, se trataron varios temas relacionados con la vida cristiana, entre ellos la responsabilidad personal, el trabajo y la aceptación del sufrimiento.
 
Una de las presentes le preguntó sobre el papel de los sentimientos en la propia vida. El prelado recordó que los sentimientos son buenos y que un cristiano no puede ser una persona sin corazón. El Señor colocó los sentimientos en la naturaleza del hombre para su propio bien. Cuando alguien es muy sentimental –explicó- debe procurar poner esos sentimientos al servicio del Señor, preguntándole cómo proceder en cada caso.
 
Por la tarde, el prelado estuvo con otros profesionales y estudiantes que frecuentan las actividades de formación que ofrece el Opus Dei en Rio de Janeiro. En su intervención, recordó las palabras de Benedicto XVI, quien afirmaba que “no hay nada más bello que ser alcanzado por el Evangelio”, por Cristo, y llevar su conocimiento a los demás. “El trato personal con Cristo –señaló Mons. Ocáriz- será lo que nos impulse a ser generosos en el apostolado, en el deseo de acercar a nuestros amigos a Dios”.
 
Una de las preguntas trató sobre el respeto a la libertad de los demás, tema abordado en una reciente carta pastoral del prelado. “En las cuestiones opinables –recordó citando a san Josemaría-, es bueno que haya pluralismo y que los cristianos pensemos de manera diferente”.
 
Más adelante, cientos de jóvenes que participan en los medios de formación del Opus Dei en Rio de Janeiro, Brasilia, Belo Horizonte, Fortaleza y Porto Alegre recibieron al prelado en el centro de congresos del Colegio Brasileño de Cirujanos. Varios asistentes preguntaron cómo ser más generosos con Dios. El sucesor de san Josemaría explicó que habitualmente el Señor no muestra con toda claridad lo que quiere de nosotros. “El cristiano cuenta siempre con una serie de elementos para ver cuál es el camino que debe seguir, pero el Señor le deja una cierta incertidumbre, porque quiere que confiemos en él y tomemos nuestras decisiones libremente”.
 
Por la noche, en una reunión familiar tras la cena, se cantaron canciones brasileñas, entre ellas ‘Romería’, una melodía que gustaba mucho a Mons. Javier Echevarría, anterior prelado del Opus Dei.
 
26 de enero de 2018
 
Minercina viajó desde Montes Claros con su marido y algunos de sus hijos. En Río de Janeiro, reunió a otras hijas y sobrinas que vinieron desde Brasilia y São Paulo. La más joven es Maria Cristina, que tiene Síndrome de Down y que entregó al prelado una caja de piedra-jabón, como recuerdo de su ciudad, y un póster con las fotos de los parientes que no pudieron acudir al encuentro.
 
Nazaret vino desde São Paulo para coincidir con su hermana Andrea y su marido Daniel. Andrea tiene cinco hijos, dos de los cuales son adoptados. Dieron al prelado la noticia de que están esperando el sexto hijo. También estuvieron con el prelado familias de Londrina y Curitiba.
 
En una reunión informal después de la cena, Mons. Ocáriz pudo conocer algunos episodios de la vida Mons. Rafael Llano Cifuentes, obispo emérito de Nova Friburgo, quien falleció recientemente. Rafael Llano Llegó a Río de Janeiro en 1975 para comenzar el trabajo apostólico del Opus Dei.
 
Preguntado sobre el trabajo de evangelización con quienes tenemos más cerca, el prelado subrayó que es importante mostrar a nuestros amigos la alegría de la vida cristiana. Esto, con frecuencia, suele ser más eficaz que recurrir a explicaciones y argumentos racionales.
 
Mons. Ocáriz tendrá durante los próximos días otros encuentros con fieles de la Prelatura y amigos, entre ellos con numerosos jóvenes que participan en los medios de formación cristiana que ofrece el Opus Dei en Brasil.
 
22 de enero de 2018
 
Fue recibido en el aeropuerto de Galeão por Mons. Vicente Ancona Lopez, vicario regional del Opus Dei en Brasil y varios fieles de la prelatura. Se dirigió al centro Icatu, sede de la delegación del Opus Dei en Río de Janeiro, donde pudo saludar a varias personas.
 
A propósito del motivo de su viaje, señaló que hace un año y medio fue invitado por los obispos del país para dar unos cursos. Aunque consideraba que sus múltiples tareas en Roma le impedían viajar, el entonces prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, le animó a que aceptara. “Así que le debéis mi visita a don Javier”, apostilló.
 
Después, con motivo de una canción, comentó: “El tiempo para amar es breve. Es necesario aprovechar el tiempo. Y aprovechar el tiempo es llenarlo de amor a Dios y, como consecuencia, de servicio a los demás".
 
Por la tarde, tras saludar a algunas familias, Mons. Ocáriz se dirigió al Centro de Estudios Sumaré, donde está teniendo lugar el curso para obispos, en el que participará hasta el próximo viernes 26 de enero.
 
Curso de obispos, una tradición de décadas
 
El prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, fue invitado al 27º curso para obispos por el cardenal Dom Orani Tempesta para pronunciar algunas conferencias. El tema de este año es: “Ateísmo. Formas actuales y desafíos para la evangelización”. Junto al prelado, otros ponentes son el padre Rafael José Stanziona de Moraes, el profesor Francesco Botturi y fray Francisco Patton, OFM. Cuando finalice, el próximo 26 de enero, el prelado estará con fieles del Opus Dei en Río de Janeiro (26 a 30 de enero) y São Paulo (30 de enero a 4 de febrero).
 
La arquidiócesis de Río de Janeiro organiza desde 1990 el curso para obispos de Brasil. La conferencia inaugural la pronunció el entonces cardenal Joseph Ratzinger. El encuentro anual tiene como objetivo principal reunir a los obispos para compartir una semana de estudios, oración y descanso. El obispo auxiliar emérito de Río, don Karl Josef Romer, coordina el actual curso.
 
 
Santificar el trabajoCon varios fragmentos de la predicación de san Josemaría, este interesante vídeo -perteneciente a la página web del opus Dei-  ilustra las diferentes dimensiones que comprende la santificación del trabajo, mostrando así qué significa encontrar a Dios en la vida ordinaria.
 
 
 
 
 
 
 
Más información en:
 
Otros enlaces:
- Página web del Opus Dei: http://opusdei.es/
- Suscríbete a canal del Opus Dei: https://www.youtube.com/user/opusdei?...
Desarrollo y AsistenciaDA lleva más de veinte años dedicada a acompañar a personas que se encuentran en situación de necesidad por soledad, enfermedad, discapacidad, dependencia o exclusión, cualesquiera que sean sus causas. Empezó con treinta voluntarios en el Hospital Clínico de San Carlos en Madrid y hoy suma más de dos mil, que atienden a unas 48.000 personas al año.
 
En 2013, al ver tantas personas abocadas a la ruina, la necesidad y la pérdida del hogar, la ONG decidió dar un paso más en el apoyo a personas sin hogar ayudándoles en la búsqueda activa de empleo con un Programa de Ayuda a la Inserción Socio Laboral que une, con metodología innovadora, la visión empresarial y la perspectiva social.
 
Y es que, según el VIII Recuento de Personas Sin Hogar del Ayuntamiento del 15 de diciembre 2016, el 63% de los entrevistados afirmaron que se encuentran en esta situación por falta de trabajo pese a que el 59% de ellos tienen estudios superiores. La inserción laboral es, por tanto, el primer objetivo para la plena inclusión y normalización de las personas sin hogar. La falta de trabajo, unida a la ruptura con su entorno familiar y social y el sentimiento de exclusión, coloca a estas personas en un círculo vicioso de frustración que imposibilita su acceso al mercado laboral.
 
El programa comenzó ayudando a personas sin hogar, pero recientemente ha ampliado su alcance a aquellas que, teniendo casa, están en riesgo de exclusión social. En su mayoría son parados de largo duración que les derivan de la Red Municipal de Atención a Personas Sin Hogar y del Departamento de Inclusión del Ayuntamiento de Madrid.
 
María Roldán, directora del Proyecto de Inserción Socio Laboral de Personas sin Hogar de Desarrollo y Asistencia, recuerda la máxima “lo que no se da, se pierde”. “Como voluntarios mentores, ofrecemos nuestro conocimiento del mercado laboral —la búsqueda de trabajo, cómo afrontar los procesos de selección— a personas para las que el trabajo es mucho más que un horario, tareas o una nómina: es una segunda oportunidad de vida”.
 
Luis, que ha trabajado veinte años en el campo de los recursos humanos, acompaña semanalmente a las personas sin hogar en este proceso. “A lo largo de mi vida me ha ayudado mucha gente, otra no tanto y sé la frustración que se siente. Con mi experiencia puedo ayudarles. Un día me crucé con Desarrollo y Asistencia y tuve la oportunidad de hacer este programa. Sabía que me iba a tocar coger el testigo”.
 
Como él, cada viernes, Maribel, Sara, Manuela, Rosana y tantos otros asisten al Centro Municipal de Acogida Juan Luis Vives, para asesorar en materias como derecho, recursos humanos, consultoría de empresa, etc., a los usuarios: orientación y apoyo individual en el proceso de búsqueda de empleo, refuerzo de la autonomía mediante la adquisición de conocimientos, habilidades y competencias; desarrollo de rutinas y hábitos que les permitan alcanzar los objetivos planificados, etc. Además les acompañan en los talleres, están en contacto permanente durante la semana y elaboran informes de seguimiento del trabajo realizado. En estos cuatro años han pasado por el programa 147 usuarios y 81 voluntarios. A finales de 2016, más del 50% de los usuarios, encontraron un empleo.
 
En 2017 se han incorporado cuatro talleres de alfabetización digital, para minimizar la brecha que existe entre estas personas a las que se dirige el programa y el resto de la sociedad, facilitando así la búsqueda activa de empleo a través de los canales tecnológicos. Estos talleres se suman a los seis que se imparten a lo largo del curso para transmitir conocimientos y reforzar habilidades y competencias para la búsqueda de empleo.
 
Para Maribel, abogada en un bufete y voluntaria, “este proyecto cambia la vida de las personas, tanto la de aquellas que no han contado con una red de apoyo en momentos críticos de su vida y que están luchando por tener una oportunidad de acceso al mercado laboral, como la de aquellas que, con su compromiso, contribuyen a conseguirlo”.
 
Desde su experiencia en el apoyo a personas sin hogar, Desarrollo y Asistencia une fuerzas con la campaña “Nadie sin hogar” que lleva a cabo Cáritas para el trienio 2016-2018 con el objetivo de sensibilizar y poner de relieve elementos fundamentales para la inclusión de las personas que carecen de vivienda: la dignidad, el acceso y el ejercicio de los derechos humanos fundamentales.
DSCN0010El pasado 2 de noviembre la Asociación de Cooperadores del Opus Dei organizó una Misa en sufragio por las almas de los fieles y Cooperadores del Opus Dei. La Eucaristía tuvo lugar en la Iglesia del Espíritu Santo de Madrid,y fue celebrada por monseñor Ramón Herrando, Vicario regional de la Prelatura.
 
En la homlía el Vicario se refirió a la Comunión de los Santos en la Iglesia. 
 
Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, tenemos no sólo la oportunidad de ofrecer sufragios por nuestros hermanos Cooperadores, sino que, al mismo tiempo, nos beneficiamos también de su intercesión por nosotros en el cielo, porque como decía San Josemaría, son "oraciones de ida y vuelta".
 
Comentando las lecturas de la Misa, monseñor Herrando recordó que por la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, hemos sido rescatados a la Vida eterna: el Bautismo es la primera etapa, la segunda tendrá lugar el día de la muerte y finalmente la tercera será el día de la resurrección de la carne.
 
Comentando el pasaje de Efesios 5, 14 -Despiértate, tú que duermes,y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo-, nos recordó que como Jesucristo prometió, Él está con nosotros todos los días a través de los sacramentos, de la gracia, del perdón en el sacramento de la penitencia, en la Eucaristía y esperándonos en la oración.
 
Nos animó a ofrecer muchos sufragios al Señor -para que los multiplique con su gracia para todos los difuntos comenzando por nuestros familiares-, y a dirigirnos a María  como intercesora y omnipotencia suplicante para que se muestre como Madre "Montra te esse Matrem"
 
Prelado entrevista Alfa y OmegaEntrevista publicada por Alfa y Omega a Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei. (Enlace a Alfa y Omega)
 
Tiende a cruzar los brazos y, entonces, se le dilata una sonrisa de la que brotan palabras tímidas pero salpicadas de humor. A sus 72 años practica un buen revés de tenis. Su sobriedad expresiva se compensa con una mirada afable y profunda.
 
En la historia reciente de nuestro país el Opus Dei ha dejado honda huella. No solo por el origen aragonés de un fundador, que propagó un carisma divino a los cinco continentes. Fundamentalmente, importa su presencia en el ámbito educativo, público y, sobre todo, en la vida cotidiana de miles de personas de a pie. Y parece estimulante interrogar en profundidad al guía que lidera una nueva etapa.
 
Esta conversación se plantea como diálogo de corazón a corazón. No sobra contar a los lectores que arrancamos mendigando con fuerza la bendición del Espíritu Santo, en estas palabras y en el eco que produzcan. El deseo es preguntar con los que se preguntan; conversar con sinceridad valiente y constructiva, con toda la confianza y franqueza posibles
Pasados ampliamente los cien primeros días desde su elección como prelado de la Obra, no sé si darle la enhorabuena o el pésame por la carga que ha caído sobre sus hombros. ¿Cómo vive el ser padre espiritual de miles de personas a lo largo y ancho del mundo?
 
Soy consciente de que recae sobre mí una gran responsabilidad, pero me encuentro tranquilo. Me ayuda sobre todo saber que Dios, cuando encarga una misión, da también la gracia necesaria para llevarla a cabo. Además, me conforta la cercanía y el afecto que me ha mostrado de modo tangible el Santo Padre, con motivo de mi nombramiento y después, cuando he tenido ocasión de verle. Me siento sostenido también por la oración y el cariño de muchos. Me viene a la cabeza una carta que recibí de un chico joven, que me brindaba ofrecer sus sufrimientos desde el hospital; de tantos miembros del Opus Dei y otras personas. Así me explico la serenidad que he notado en estos meses.
 
¿Después de ser elegido prelado, se dejan ganar sus contrincantes en los partidos de tenis?
 
Espero que no; fácilmente me daría cuenta y el partido perdería interés.
 
Recientemente vivió su primer viaje pastoral a España para visitar a fieles y amigos del Opus Dei. ¿Qué mensaje deseaba transmitir en tantos encuentros cara a cara?
 
En este viaje a España he querido recordar sobre todo que, como cristianos, hemos de poner a Jesucristo en el centro de nuestras vidas. Como subrayó Benedicto XVI en una frase de su primera encíclica (y que al Papa Francisco le gusta citar), el cristiano no se adhiere a una idea, ni solo a una doctrina, sino que sigue y ama a una persona: a Cristo. En esto he querido insistir en este viaje, poniendo el acento en el espíritu propio del Opus Dei, es decir, en que hemos de llevar la caridad de Cristo a la vida ordinaria, a la familia, al trabajo, al trato con los amigos.
 
En España el Opus Dei ha dado grandes frutos espirituales y sociales. Pero también genera controversia. Muchos han encontrado la salvación de Dios gracias a este carisma y son felices. También existen numerosas personas que cuentan (incluso públicamente) que su paso por la Obra ha supuesto heridas profundas. ¿Puede que algo no se haya hecho bien?
 
En los 22 años que he trabajado a su lado, he escuchado a don Javier pedir perdón a las personas que se han sentido heridas por el comportamiento de alguno de sus hijos. Yo me sumo a esa petición de perdón y deseo con toda el alma que esas personas curen sus heridas y superen su dolor.
 
San Josemaría solía decir que guardaba afecto a todas las personas que se acercaban a la labor formativa del Opus Dei, aunque fuese por una temporada. Imagínese el afecto que conservaba hacia las personas que habían llegado a pertenecer a la Obra. Él sentía una profunda paternidad espiritual: nunca se deja de querer a un hijo o a un hermano.
 
Conviene considerar dos planos distintos. Por una parte, el mensaje del Opus Dei representa un camino abierto para seguir a Cristo. Por otra, las actividades que desarrollan las personas y los centros de la Obra, en las que, como es natural, influyen las circunstancias y los modos de ser. Seguramente, entre tan gran número de personas y actividades -con buena intención- habrá habido errores, omisiones, descuidos o malentendidos. A mí me gustaría pedir perdón por cada uno de ellos.
 
Habla del perdón. Una de las bendiciones de la fe católica es que sabemos que la misericordia de Dios nos acoge a pesar de nuestros fallos. Incluso cuando esos errores mancillan su nombre. Quizás uno de los momentos más gozosos de nuestra historia se dio cuando Juan Pablo II pidió perdón en nombre de los hijos de la Iglesia universal.
 
Pienso que no debemos separar la petición del perdón de la alabanza a Dios propia del agradecimiento, por la multitud de dones que constantemente vuelca en su misericordia y nos llegan a través de la mediación humana, que se convierte en instrumento de la acción divina.
 
San Juan Pablo II nos dio un gran ejemplo a lo largo de su vida de esas dos dimensiones, que deben de estar siempre presentes al contemplar la magnificencia de Dios y la debilidad de los hombres. Así sucedió en aquella jornada del Perdón, que convocó dentro del Gran Jubileo de 2000. Y Benedicto XVI ha afirmado que el perdón es la única fuerza que puede vencer al mal, que puede cambiar el mundo. En primer lugar, hemos de pedir perdón a Dios. Además, pienso que tenemos que integrar en nuestra vida, como algo habitual, el pedir perdón y perdonar. Lo repetimos todos los días al rezar el padrenuestro, pero lo olvidamos en la práctica con demasiada frecuencia. Es cierto que hemos de respetar la verdad, que no podemos pedir perdón acusando indirecta e injustamente a otras personas con un meaculpismo superficial. Pero perdonar y pedir perdón son actitudes cristianas que no humillan sino que engrandecen.
 
La cristiandad occidental vive un invierno vocacional preocupante. A la vez, existen brotes primaverales en la Iglesia: frutos esperanzadores en comunidades que han madurado una renovada pedagogía de la fe. El Espíritu ha impulsado el paso de una ascética eminentemente voluntarista a una profundización en la gratuidad del amor de un Dios que sale al encuentro, que no requiere que le conquistemos con nuestros méritos, que necesita nuestra pobreza para desplegar su misericordia. ¿Cómo se vive y se anuncia actualmente esta relación con Dios en el Opus Dei?
 
El fundamento del espíritu del Opus Dei es la conciencia viva de nuestra filiación divina. San Josemaría escribió en Camino: «Dios es un Padre lleno de ternura, de infinito amor. Llámale Padre muchas veces al día, y dile -a solas, en tu corazón- que le quieres, que le adoras: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo». El anuncio de la relación con Dios en el Opus Dei tiene ese enfoque. Como escribe san Juan: «Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos!».
 
En este mundo nuestro, tantas veces prisionero en la cultura del lamento, saborear así el amor de un Padre es crucial para vivir con esperanza.
 
Siempre, y especialmente en estos momentos, hemos de tener muy presente esta maravillosa realidad, que ayuda a superar los pesimismos que sobrevienen ante los problemas de la vida, la conciencia de los propios defectos, las dificultades de la evangelización e incluso ante la situación del mundo. Nuestra vida no es una novela rosa, sino un poema épico. Sabernos hijos de Dios nos ayuda a vivir con confianza, gratitud y alegría. Nos invita a amar este mundo nuestro, con todos sus problemas y con toda su belleza. La paz del mundo depende más de lo que cada uno aportemos, en la vida ordinaria, (sonriendo, perdonando, quitándonos importancia), que de las grandes negociaciones de los Estados, por necesarias y relevantes que estas sean.
 
Desde su primera carta pastoral como prelado, insiste mucho en la centralidad de Jesucristo. Para no derivar en el cristianismo como ideología, o como ritual bienintencionado, necesitamos experimentar y revivir constantemente un encuentro personal con el amor de Dios. Solo como consecuencia brota la vida cristiana y sobreabunda la gracia en la Iglesia. ¿Cómo ansía anunciar hoy el Opus Dei ese kerigma, que es buena noticia inagotable?
 
Fundamentalmente mediante la sincera amistad: de persona a persona, que es siempre mutuamente enriquecedora. Para la evangelización, resulta esencial el valor del testimonio y de compartir la propia experiencia de vida: es mucho más eficaz que los discursos teóricos. Lógicamente, esto no excluye la multiforme iniciativa personal que da origen también a actividades evangelizadoras muy diversas (labores de enseñanza, asistenciales, etc.), de algunas de las cuales la Prelatura se responsabiliza de su orientación cristiana y presta la atención ministerial de sacerdotes.
 
El Opus Dei nació en la Iglesia con carácter profético. Sin embargo, la muerte del fundador coincidió con los primeros años del tsunami posconciliar. Parece lógico que la Obra se aferrara a los cimientos. ¿Cabe que se hayan quedado tics de atrincheramiento, ante tanta confusión y caos como ha vivido (y vive) la barca de Pedro?
 
La fidelidad a Dios es una dimensión que siempre ha iluminado la historia a lo largo de los veinte siglos del cristianismo. La fidelidad a la fe cristiana, que es fidelidad a Jesucristo, se ha mostrado siempre dinámica, innovadora y transformadora. Pienso que efectivamente, después del Vaticano II, al ver las consecuencias de «la hermenéutica de la ruptura» (como la denominó Benedicto XVI en un famoso discurso), se ha planteado esa tentación del atrincheramiento que menciona.
 
En todo caso son reacciones coyunturales que es necesario superar -tanto la ruptura como el atrincheramiento-. Son consecuencia de haber cedido a una mentalidad dialéctica, política, que es ajena a la Iglesia, porque divide y rompe la comunión. En la Iglesia no hay, no debe haber, bandos ni partidos, sino unidad dentro del legítimo pluralismo.
 
El relativismo causa estragos en nuestra sociedad desnortada. La Obra es famosa por su fidelidad a la Iglesia y al Papa. Esto supone una bendición en tiempos convulsos. Acentuar la doctrina en medio de la tormenta aporta seguridad; por otra parte, puede desembocar en afán de tenerlo todo reglamentado. ¿Cómo armonizar la fidelidad sin fisuras a la Ley divina con la libertad gozosa de los hijos de Dios?
 
Muchos problemas surgen cuando planteamos dilemas innecesarios o reducimos la realidad a estereotipos dialécticos. Fidelidad o creatividad, ortodoxia o libertad, doctrina o vida… Pienso que hemos de vivir con una actitud integradora que es, por cierto, muy cristiana. La realidad no se deja encerrar en un esquema excluyente. Exige de nosotros un equilibrio, una ponderación, una integración que acaba siendo muy positiva también en las relaciones entre personas.
 
En efecto, la dialéctica genera cortocircuitos. Mirémoslo desde un prisma más integrador. A usted le encanta Beethoven: ¿Cómo seguir la partitura haciendo propia la interpretación?
 
Veo perfectamente compatible la fidelidad a la doctrina con la apertura a las inspiraciones del Espíritu. La historia de la Iglesia lo confirma. Sin perder su identidad, es permanente novedad. En este contexto, considero importante la libertad de espíritu, que, evidentemente, no consiste en la ausencia de obligaciones y compromisos, sino en el amor. Es lo que san Agustín expresó en la famosísima frase: «Ama y haz lo que quieras», o como escribió santo Tomás de Aquino en lenguaje diverso: «Cuanta más caridad tiene alguien, tiene más libertad».
 
Entonces, una fidelidad creativa supone vivir la libertad de amar deseando abrirse a la novedad perenne del Espíritu…
 
En efecto, los modos de decir y de hacer cambian, pero el núcleo, el espíritu, permanece inalterado. La fidelidad nunca proviene de una repetición mecánica; se realiza cuando acertamos a aplicar el mismo espíritu en circunstancias diferentes. Eso implica, en ocasiones, mantener también lo accidental; pero en otros casos induce a cambiarlo. En ese sentido, el discernimiento sereno y abierto a la luz del Espíritu Santo es fundamental; sobre todo para conocer los límites (a veces no evidentes) entre lo accidental y lo esencial.
 
Otro riesgo de la hipertrofia del celo doctrinal en nuestra Iglesia es la proliferación de almas atrapadas en un racionalismo que descarta la dimensión sensible en la relación personal con Dios: como si vivir la fe con el corazón fuese caer en el sentimentalismo. Como físico, ¿se atreve con una ecuación para crecer en intimidad con Dios?
 
Los años de estudio de teología, la cercanía a determinadas personas, me han llevado a valorar mucho la luz de la fe también para el ejercicio de la razón. Pero siempre sin minusvalorar la importancia de la dimensión sensible, del corazón, de las emociones, que son profundamente humanas. Nuestro Dios es siempre cercano: y en la Eucaristía Jesucristo se hace especialmente próximo a la intimidad de nuestro corazón.
 
Uno de los retos más provocadores que nos plantea nuestra época es recuperar el valor fecundo del silencio. La Obra es experta en formar cristianos llamados a vivir en presencia de Dios en medio del mundo. Quizás uno de los atajos nos lo regaló san Josemaría al invitarnos a meternos en el Evangelio, manantial permanente de sabiduría y paz, como un personaje más. ¿Cómo tocar a Jesús vivo, hoy y ahora?
  
San Josemaría, al aconsejar meterse en los relatos del Evangelio como un personaje más, transmitía su propia experiencia. Dios le concedió una fe viva en la encarnación, de la que surgía un amor ardiente a Nuestro Señor, a seguir las huellas de su paso por la tierra y a verlo como modelo. Jesucristo, siendo Dios, al ser y vivir como hombre entre los hombres, que crece y se educa, vive en un hogar de familia, trabaja, tiene amigos, trata con los vecinos, sufre y llora… Nos muestra el valor de todo lo humano a los ojos de Dios y que, por eso, nuestra vida corriente tiene, en unión con Él, valor divino. Así, podemos tocar a Jesús vivo en todas las ocasiones de la existencia ordinaria. Sobre todo, en los lugares privilegiados de la presencia del Señor: en los niños, los pobres, con quienes Él ha querido identificarse especialmente; en los enfermos, a los que el Papa llama «la carne sufriente de Cristo»; y del modo más intenso, como señalaba antes, en la Eucaristía.
 
El Opus Dei goza de una imagen de unidad fuerte, y eso es meritorio. Sin embargo, a veces no se aprecia con facilidad la práctica de una sana autocrítica. Sus primeras palabras escritas a los fieles de la Obra glosaban la cantidad de obras buenas (¡y reales!) que habéis protagonizado juntos. Me planteo si hablar solo de lo bueno y del ideal (y entiendo que es necesario hacerlo) quizás puede generar un caldo de cultivo propicio para la autocomplacencia o llevar al idealismo de confundir lo que se ansía ser (el carisma divino) con lo que en realidad se está siendo (la pobre ejecución humana, tantas veces).
 
La autocomplacencia es siempre un peligro para quien desea obrar el bien. Y en el Opus Dei, como todo el mundo, también tenemos que estar vigilantes ante ese peligro. Como decía antes, he trabajado cerca de don Javier Echevarría durante más de 20 años. Él solía repetirnos que las personas de la Obra ni somos ni nos sentimos superiores a nadie, que cada uno es capaz de cualquier maldad. Pero no basta la humildad personal, existe también una humildad colectiva, institucional, que tiene muchas manifestaciones: en el modo de hablar, en la admiración sincera hacia los demás, etc. Por eso, cuando reconocemos las obras buenas es para dar gracias a Dios, que es quien nos las concede, no para echarnos flores. Pido a Dios que nos libre del autobombo, contra el que nos ponía en guardia con frecuencia don Javier, siguiendo también en esto a san Josemaría.
 
En ese sentido, me resulta una expresión muy entrañable la que utiliza al hablar del Opus Dei como una partecica de la Iglesia. Las familias eclesiales, soñadas por el Espíritu Santo, corren en ocasiones un riesgo. En mi tierra le llamamos no ver más allá de la boina, es decir, vivir en la miopía del culto a la institución, al propio carisma, al fundador… ¿Cómo evitar promover la marca de la casa, y anteponer el rostro de Dios y la unidad con la Iglesia?
 
La expresión partecica de la Iglesia es de san Josemaría, que recurría al diminutivo típico de su habla aragonesa, para expresar el tono afectivo con que la empleaba. La tentación de la autorreferencialidad está siempre al acecho de todo el mundo. A veces por un exceso de entusiasmo, a veces por desconocimiento de otras realidades, o por un punto de vanidad. San Josemaría nos quiso prevenir de ese peligro al recordarnos con frecuencia que la Obra existe solo para servir a la Iglesia como la Iglesia quiera ser servida. Si servir a la Iglesia -necesaria expresión del amor a Jesucristo- es siempre una realidad en la vida de cada uno, iremos bien.
 
Me planteo si a veces rezamos por la unión de las religiones y olvidamos el ecumenismo intraeclesial. Un ejemplo: la familia es una de las grandes víctimas de nuestra sociedad y, por desgracia, de nuestra Iglesia. Para muestra, un botón. En España, ante una familia numerosa, es frecuente que te pregunten: «¿Del Opus o Kikos?». Pero muchos cristianos de a pie tienen la impresión de que tanto unos como otros van por su carril. ¿Cómo lograr que, siendo cada cual fiel a los dones recibidos, aprenda a amar la riqueza de los otros como fruto de la diversidad de la acción de Dios?
  
Para querer, antes hay que conocer. Muchas divisiones o malentendidos en el seno de la Iglesia se explican por la falta de conocimiento. Y se resolverían en buena parte con un mayor acercamiento a la realidad. Además, amar a Jesucristo comporta amar a todo el mundo, especialmente a quienes de un modo u otro dedican su vida al servicio del Evangelio. La alegría también es un puente sincero que une a las personas por encima de las diferencias.
 
En la línea de conocerse (primero al prójimo en la fe), planteemos una hipótesis. ¿Qué pasaría si organizarais alguna iniciativa juntos? Por ejemplo: ¿Qué ocurriría si un evento familiar fuera engendrado por Neocatecumenales y fieles del Opus Dei, o que la Gioventú Studentesca de Comunión y Liberación participara en un congreso UNIV, o suscitarais un acto interreligioso, codo a codo, con los Focolares?
 
Los católicos tenemos el riesgo, como advierte el Papa Francisco, de reducir el apostolado a estructuras, actividades o eventos, que en muchos casos no son particularmente eficaces para llegar al corazón y a la cabeza de personas que no conocen a Jesucristo. Lo central en la Obra es impartir una buena formación cristiana, para que cada uno actúe con libertad e iniciativa, individualmente. Esos posibles encuentros que menciona, a veces podrían ser útiles, y de hecho se dan en ocasiones, en particular cuando son el Papa o los obispos quienes toman la iniciativa. De todos modos, me parece que además de reunirnos, sobre todo nos encontramos en los lugares donde cada uno desarrolla su actividad habitual: en el ámbito del trabajo, de la educación, la cultura, la empresa, la política. Allí, ya están trabajando católicos de diferentes sensibilidades, y podemos colaborar en innumerables iniciativas de evangelización: con sentido ecuménico, del brazo con otros cristianos; y con espíritu abierto, junto con otras muchas personas de buena voluntad.
 
El próximo sínodo de la Iglesia estará dedicado a la vocación de los jóvenes, un tema sobre el que ha habido polémica con el Opus Dei. Un bienintencionado afán apostólico ha podido forzar algunas decisiones de entrega o convertir la misión en una tarea de la que hay que rendir resultados. Si ha sido así, ¿cómo evitar que vuelva a suceder? ¿Sería fecundo trascender el proselitismo y promover un apostolado del contagio?
 
Benedicto XVI y Francisco se han referido al proselitismo en el sentido negativo que ha adquirido en los últimos tiempos, especialmente en el ámbito ecuménico, y han explicado muy bien en qué consiste el apostolado cristiano. Naturalmente, el sentido con el que san Josemaría empleaba el término proselitismo no era el negativo; fue siempre un decidido defensor de la libertad. Es posible que en ocasiones algunos hayan cometido esos errores que menciona. Me viene ahora a la memoria, entre tantas manifestaciones prácticas de ese amor de san Josemaría a la libertad, un pequeño detalle, pero que considero muy significativo. Cuando una madre le pidió que bendijese al niño que llevaba en su seno, la bendición fue esta: «Que seas muy amigo de la libertad».
 
Quizás la meta sería que los demás, se pregunten: «¿De quién nace la alegría y el amor que experimentan estas personas?».
 
En efecto, no se trata tanto de hacer apostolado como de ser apóstoles. Por eso, repito que el testimonio es completamente necesario. Pero eso no excluye sino que exige la positiva transmisión del Evangelio, la propuesta del seguimiento de Jesús, que surge del amor a los demás y, en consecuencia, con un pleno respeto a la intimidad y libertad. En esto, como en todo, el ejemplo de Jesús es luminoso y decisivo. No solo «pasó por este mundo haciendo el bien», sino que también fue explícito y muy directo en sus propuestas concretas: «Sígueme», «Convertíos y creed en el Evangelio».
 
El Opus Dei se ha hecho referente por su inversión en educación a todos los niveles y en todos los continentes. ¿Cómo se vive en el mundo sin ser mundanos? A veces, en empresas sostenidas por instituciones religiosas se filtra la lógica del éxito y pasan a un primer plano el logro de la excelencia o los méritos tangibles premiados por rankings. ¿Cómo evitar terminar eclipsando la auténtica misión: mostrar cada vez más y mejor la belleza del rostro de Dios?
 
Antes me refería al peligro de los estereotipos dialécticos. Pienso que cuando algunas personas del Opus Dei promueven centros de enseñanza, aspiran a que sean excelentes desde el punto de vista profesional y, a la vez, a que se ofrezca una excelente educación cristiana, siempre respetando la libertad de los estudiantes y sus familias. No solo no existe contraposición, sino que el espíritu cristiano requiere la integración. Visto de otro modo, se trata de confirmar con obras que el hecho de ser cristiano no lleva consigo el descuido de lo humano, sino todo lo contrario.
 
Me temo que no he acertado a expresarlo bien. No es tanto un «o logros humanos o mostrar a Dios». Tampoco me refería específicamente a los apostolados de la Obra. Vivimos en clima de laicismo beligerante en el que es fácil que pensemos que nombrar a Dios resulta peligroso y es mejor dejarlo en la letra pequeña o lo acabamos añadiéndolo como una pegatina postiza. ¿Cómo afrontar el reto de hablar de Él con naturalidad, con pasión, sin complejos, como el amor bendito que sostiene nuestra vida y nuestras empresas?
 
Ciertamente, tenemos la sensación de vivir tiempos de inseguridad. Y a la vez, se perciben grandes deseos de cambio. Nuestro mundo parece alejarse de Dios y, sin embargo, se aprecia tanta sed espiritual…; tememos los conflictos, mientras manifestamos grandes ansias de paz. La acción de Dios se realiza hoy y ahora, en los tiempos que nos ha tocado vivir, y ¡ojalá nos abramos a ella! Cuando algunos pensadores hablan de que se han vuelto líquidas las relaciones interpersonales en nuestra sociedad, y apuntan a nuestro naufragio en lo efímero y lo superficial… Eso no puede llenarnos de pesimismo o amargura, sino espolearnos a contagiar la alegría del Evangelio.
 
Puede que uno de los primeros pasos sea asumir que no importan tanto los números como la gracia. Si vivimos un cristianismo de minorías pero con la fe imbatible de un grano de mostaza… 
 
Estoy convencido de que uno de los desafíos más importantes de la Iglesia hoy es dar esperanza a cada persona, especialmente a los más jóvenes, a las familias que sufren dificultad o ruptura, y las víctimas de la pobreza (no solo material, sino tantas veces en forma de soledad o de vacío existencial). Afrontar este desafío, contando con nuestras limitaciones personales y pecados, solo es posible reviviendo en la mirada misericordiosa de Jesús y rogándole que nos envíe a llevar su amor a nuestros contemporáneos.
 
La Iglesia quiso para la Obra la fórmula de una prelatura personal al servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares. Pero no pocas veces se la percibe como una realidad extradiocesana. Siendo justos, muchos sacerdotes de la prelatura están paliando la escasez de sacerdotes diocesanos. Pero en términos prácticos, el hecho de que los fieles de la prelatura tengan medios de formación en centros propios, sus confesores, sus obras apostólicas…, puede propiciar que vivan al margen de la vida diaria de la parroquia. ¿Cómo afrontar el reto de ser piedras vivas (integradas y no adosadas) en la estructura de la Iglesia?
  
Quizá en este punto sucede que, cuando se habla de la Obra, se piensa sobre todo en los sacerdotes de la Prelatura, o en los numerarios. Pero la mayoría de los fieles de la Obra son supernumerarios, que participan activamente en la vida de sus parroquias, en la medida de sus posibilidades (conjugando sus obligaciones laborales y familiares). No siempre es fácil tener tiempo, y cada uno hace lo que puede. Por otra parte los sacerdotes de la Sociedad de la Santa Cruz son sacerdotes diocesanos plenamente volcados en las tareas pastorales de sus diócesis. En mi opinión, con el paso del tiempo, se hará más clara esa dimensión eclesial quizá hoy menos conocida.
 
A veces nos falta contemplar que la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo. Y que cada uno, desde su vocación, aporta al caudal de gracia por la comunión de los santos. Pero me planteo si otro de los grandes desafíos en nuestra Iglesia es que las parroquias se enriquezcan más y mejor con los carismas que va suscitando el Espíritu Santo. Me temo que hace falta un esfuerzo por ambas partes, y superar prejuicios, saliendo al encuentro mutuamente.
 
En ese sentido, puede ayudarnos un cambio de actitud. En vez de contabilizar qué hace cada uno, dar gracias al Señor porque todos sumamos. En la primera carta que escribí como prelado, pienso que fui claro al respecto: «Deseo animar a algunos fieles de la Prelatura, cooperadores y gente joven, a ofrecerse para colaborar, con plena libertad y responsabilidad personales, en catequesis, cursos prematrimoniales, labores sociales, en las parroquias u otros lugares que lo necesiten, siempre que se trate de servicios acordes con su condición secular y mentalidad laical, y sin que en eso dependan para nada de la autoridad de la Prelatura. Por otro lado, quiero hacer una mención especial de las religiosas y los religiosos, que tanto bien han hecho y hacen a la Iglesia y al mundo. “Quien no ame y venere el estado religioso, no es buen hijo mío”, nos enseñaba nuestro padre. Me alegra, además, pensar en tantos religiosos, además de sacerdotes diocesanos, que han visto florecer su vocación al calor de la Obra».
 
Me viene a la mente, también, algo que suele cuestionarse a la Obra. Un aspecto de su práctica pastoral. El hecho de que hombres y mujeres estén separados, tan eficaz y necesario a veces, ¿Es un rasgo del carisma fundacional? ¿Quizás resulta antinatural cuando no admite excepciones? Externamente, puede percibirse como una consigna que asfixia iniciativas sanas que surjan naturalmente y/o que faciliten la convivencia de los jóvenes, el compartir espiritual de los matrimonios…
 
En la Obra, la separación entre mujeres y hombres se limita a los medios de formación, a los centros donde se imparte, a la organización de distintos apostolados. En esos casos, la separación es un rasgo del carisma original, que tiene bien experimentadas razones pastorales, aunque comprendo que algunas personas no lo compartan y prefieran otros modos de actuar, igualmente legítimos. Fuera de esos medios de formación, hay múltiples actividades en las que participan mujeres y hombres: cursos para matrimonios o para novios, sesiones para padres y madres de familia en clubs juveniles, iniciativas de parroquias llevadas por sacerdotes de la Prelatura, etc. Por no hablar de las innumerables actividades informales que surgen de la propia iniciativa y creatividad de las familias. Lo importante, en mi opinión, es que hombres y mujeres casados reciban la formación como una ayuda para reforzar su matrimonio y su familia; con ese deseo se les ofrecen los medios de formación de la Obra.
 
Vivimos tiempos tensos y a la vez apasionantes. Pienso en los lugares donde la Iglesia está perseguida. También allí, entre los misioneros del siglo XXI, hay muchos españoles del Opus Dei anunciando a Dios. En la vieja Europa vivimos algo anestesiados. ¿Cómo aliviar el martirio de tantos hermanos nuestros que están derramando su vida por Cristo?
 
En primer lugar, acompañándoles con la oración. No podemos acostumbrarnos a esas noticias que, desgraciadamente, suceden a diario. San Josemaría, que sentía vivamente todo lo que afectaba a la Iglesia, denunciaba la «conspiración del silencio» que pesaba sobre los cristianos perseguidos, en especial los que entonces vivían tras el telón de acero. Pidió a las personas de la Obra —y pienso que es un consejo que sirve para todos los católicos— que hiciéramos frente al silencio con la información, dando a conocer lo que sucede con los cristianos perseguidos, y ayudándoles en la medida de nuestras posibilidades. La información es clave, porque dar a conocer la realidad puede movernos a ayudar más generosa y activamente.
 
En ocasiones tenemos la sensación de vivir en un mundo algo desmadrado. ¿Qué le ha pedido a nuestra Madre en su viaje a Fátima?
 
En su presencia materna, iba repasando algunos desafíos de este mundo nuestro, tan complejo como apasionante. Le pedía la gracia de llevar a todos el Evangelio en su pureza original y, a la vez, en su novedad radiante. En un mensaje posterior a mis hijos, escribía algo que pienso que puede servirnos: «La llamada a que cada uno de nosotros, con sus recursos espirituales e intelectuales, con sus competencias profesionales o su experiencia de vida, y también con sus límites y defectos, se esfuerce en ver los modos de colaborar más y mejor en la inmensa tarea de poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas. Para esto, es preciso conocer en profundidad el tiempo en el que vivimos, las dinámicas que lo atraviesan, las potencialidades que lo caracterizan, y los límites y las injusticias, a veces graves, que lo aquejan. Y, sobre todo, es necesaria nuestra unión personal con Jesús, en la oración y en los sacramentos. Así, podremos mantenernos abiertos a la acción del Espíritu Santo, para llamar con caridad a la puerta de los corazones de nuestros contemporáneos».
 
Pienso que estas palabras cierran felizmente una conversación en la que hubiera deseado abordar más temas. Pero hay que dejarlo aquí. Le agradezco de corazón el tiempo que ha dedicado. Gracias por su franqueza y por no rechazar preguntas incómodas. Gracias por haber intentado, juntos, tender puentes.
 
Yo también le agradezco el tiempo que me ha dedicado. Además, ha sido estupendo hablar en un clima de libertad, apertura y afecto, en el que siempre aprendemos unos de otros. Estoy contento de que me haya puesto algunas preguntas que quizá podrían parecer molestas, pero que han sido ocasión de tratar aspectos interesantes y que, además, estaban motivadas por un recto y sincero deseo de cooperar a la difusión de la verdad. Al decir esto, me vienen a la cabeza unas palabras de la tercera carta de san Juan: «Cooperadores de la verdad», que Joseph Ratzinger escogió como lema episcopal.
 
¡Gracias a Dios! Gracias también por su entrega para guiar espiritualmente a miles de personas de toda raza y condición, a lo ancho y largo del globo. Porque necesitamos que sigan construyendo, con la alegría del Evangelio, las familias, la Iglesia, y este bendito mundo nuestro. Ojalá cada lector sea, también, un ladrón que robe a Dios oraciones, para que pueda cumplir fielmente su misión. Entonces, en este partido, sí habrá salido ganando.
 
Teresa Gutiérrez de Cabiedes
 
Tomado de Alfa y Omega:
 
Héroes corrientes
 
monkole00Hace 25 años se puso en marcha en la R. D. del Congo el Hospital Monkole, un proyecto que nació para mejorar la atención sanitaria de los habitantes de Kinshasa. Este año están de aniversario y con esa ocasión algunos de los responsables hacen memoria de todo lo vivido allí.
 
Revista Nuestro Tiempo Héroes corrientes (Descarga en PDF)
África no es el lugar donde karen Blixen y Denys Finch —Memorias de África (1986)— dieron rienda suelta a su pasión. Tampoco es el verdadero escenario de una antagónica relación, como la que tuvieron Rose Sayer y Charlie Allnut —La reina de África (1951)— mientras huían de las tropas alemanas. Porque solo es eso: un escenario. Un lugar ficticio que enturbia la realidad. Podríamos decir que África es el “rincón de pensar”. Pensar por qué nosotros tanto, y ellos tan poco. Pero, sobre todo, reflexionar qué podemos hacer para que ellos vivan mejor. Mientras tanto, ya hay quien lleva tiempo realizando una labor más que encomiable en estos parajes tan utilizados por el cine y las empresas de turismo.
 
Las cartas sobre la mesa
 
Tomamos un ficticio avión desde Madrid con destino al país más grande de África: la República Democrática del Congo. En concreto a Kinshasa. Quince horas de vuelo y una escala en Adís Abeba, capital de Etiopía. Por fin llegamos. Una bofetada de calor húmedo y sofocante acompañará nuestra experiencia. Un primer choque que anticipa lo que será nuestra estancia en los próximos días. Aunque para algunos este mismo viaje ha hecho del Congo un hogar para toda la vida, como es el caso del traumatólogo Juan José Echarri [Med 78], o Jean Joseph como firma en su e-mail. Llegó allí con 28 años para ayudar con la labor del Opus Dei y desembocó en otro proyecto que para nada entraba en sus planes. Y mientras para unos es loable, él no le concede demasiada importancia: «Tampoco te creas que no me dio un poco de miedo ir a la aventura. Pero creo que no hay que exagerar. Si vas encuadrado en un objetivo, es mucho más fácil que ir en plan aventurero. No veo heroísmo en eso». Un Indiana Jones de bata blanca que durante unos días se encuentra en Pamplona para asistir a unos cursos de formación en la Clínica Universidad de Navarra, hacerse su chequeo médico y quedar con algunos familiares y conocidos. Hombre serio y cercano, trajeado y de conversación distendida, que alberga en su mente, como quien conserva un tesoro, la experiencia de tanto tiempo. Su estado de WhatsApp revela que es merengue: «¡Hala Madrid!» proclama en la app. Médico por vocación propia y no familiar, el Dr. Echarri nunca decidió que su destino estaría en un lugar como este: «Yo no viajé por motivos exclusivamente profesionales. De no ser así, no habría ido. Todo vino solo... así que, en cuanto conseguí la licencia médica, empecé a ejercer en la ciudad».
 
Kinshasa, además de ser la capital de la República Democrática del Congo, es la ciudad más grande del país. Conocida hasta 1966 como Leopoldville —fue propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica durante veintitrés años-—, se trata del centro administrativo, económico y cultural de la nación. La Constitución promulgada en 2006 —la última data de 2015—, en su artículo 2 Sobre la soberanía, reconoce su carácter administrativo de ciudad y provincia. Crece a la orilla izquierda del serpenteante río Congo, justo antes de precipitarse en las cataratas Livingstone. Y en la otra orilla, Brazzaville, la otra capital nacional. Un territorio que se extiende a lo largo de más de treinta kilómetros de este a oeste, y quince de norte a sur. Gran parte de la superficie de la región es rural, cubierta por una sabana arbolada, que tiñe de verde frondoso la zona. Nada que envidiar a un paisaje asturiano.
 
Pero si nos centramos en la sociedad que viste las calles día tras día, las ganas de turismo se desvanecen. Solo unas cifras: según los datos obtenidos en 2015, Kinshasa podría superar los diez millones de habitantes, lo que la situaría entre las treinta mayores ciudades del mundo. Por otro lado, el Banco Mundial descubre que el 95 por ciento de sus empleos son ilegales, dato inigualable al del resto de zonas urbanas de África. Por último, el estudio elaborado por REEJER (Redes de Niños y Jóvenes Educadores de la Calle, en sus siglas en francés) en 2015 estima que veinte mil niños viven, e incluso trabajan, en la calle. De esta cifra, el 44 por ciento son niñas y se arriesgan a caer en una vida aún peor.
 
Kinshasa fue el lugar donde se detectó la primera infección por VIH, en 1920, en la sangre de un residente local. Hoy alcanza la escalofriante cifra de veinticuatro mil infectados en todo el país. También ha estado surtida de numerosos saqueos entre 1991 y 1993: «Fue un momento duro. Y a pesar de la escasez de alimentos, no había odio. Los militares y la gente pobre hicieron lo posible para sobrevivir. Sin embargo, se podía hacer vida normal en la calle», recuerda el Dr. Echarri.
 
Estos saqueos fueron seguidos por una crisis económica disparada por un sistema político y económico ineficaz y corrupto en todo el país. También sufrió gravemente los excesos, la corrupción y el nepotismo del gobierno del mariscal Mobutu, así como las miserias acarreadas por la Primera Guerra del Congo, que engendró su caída y juicio en TEDH por el famoso «Caso Mobutu». Le siguió Laurent-Desiré Kabila, más tarde asesinado. Y actualmente está al mando Joseph Kabila, quien intentó detener la guerra civil y hacer que se retiraran del país las tropas extranjeras. Lo consiguió con cierto éxito. Pero algo enturbia su expediente presidencial. En 2006 tuvo que responder ante la justicia internacional implicado en crímenes sexuales cometidos por el Ejército congoleño. El alto tribunal señaló que unos trescientos soldados habían sido declarados culpables de las acusaciones.
 
Los medios de comunicación son un blanco fácil cuando no se quiere escuchar lo que se debe oír y nadie quiere que vuelva a ocurrir lo del diario Elima. Sus páginas desprendían cierto toque de oposición contra Mobutu, cuyos seguidores, los Hiboux (búhos), se tomaron la justicia por su mano y colocaron una bomba en la redacción. Fin a los opositores. Este esbozo del país bien parece un grabado de punta seca —técnica artística en la que se utiliza un punzón fino y afilado sobre una superficie— que clava y duele en el alma.
 
Hoy ya no hay bombardeos ni conflictos, pero se vive en unas condiciones muy duras. Es muy normal carecer de luz y agua potable en casa, el sistema de transporte es muy precario y no existe ningún régimen organizado de recogida de basuras —un cúmulo de despropósitos que suma una esperanza de vida de 56 años—. Y aun con todo «los congoleños son eminentemente alegres, es una gente muy animada que gusta de las bromas, de reír y de disfrutar de la vida. Son muy fáciles en el trato, muy abiertos», describe Echarri. Aunque quedan heridas por cerrarse.
 
Primeros pasos
 
Una fecha: 1989. Don Álvaro del Portillo decidió viajar al Congo para toparse con esta estampa en blanco y negro, con una periferia vasta y pobre, pero no se amedrentó. Habló con Juan José Echarri de forma clara: «Don Álvaro nos sugirió que sería interesante hacer algo médico. Ya se veía que la medicina estaba realmente mal. Estuvo con los obispos de la Conferencia Episcopal y fue entonces cuando el cardenal Laurent Mosengwo le pidió a la Obra un hospital en condiciones. La falta de medios hacía que los sacerdotes y misioneros fueran enviados al extranjero para tratar todo tipo de dolencias, lo que elevaba el gasto. Sin embargo, nosotros ya teníamos el proyecto en marcha y, cuando el ICU (Instituto per la Cooperazione Universitaria) nos dio una financiación de la Unión Europea, pudimos hacer más cosas».
 
Como todo lo que empieza de cero, sus inicios fueron complejos: «Al principio teníamos poca gente en las consultas. De hecho, empezamos con un solo médico [el propio Dr. Echarri] y dos personas más, porque la gente nos conocía poco. Conseguimos firmar un proyecto de colaboración con la Embajada de Canadá para que financiaran la mitad del precio de la consulta, los medicamentos y todo el trabajo de analítica en el laboratorio. Con el tiempo, empezó a venir mucha gente. Llegamos a tener en consulta unas treinta personas al día». En 1991 contaban ya con tres camas de observación, y casi medio millar de congoleños se beneficiaban de sus servicios. Pero no fue hasta 1997 cuando recibieron una oportuna ayuda de la ONG española ONAY y gracias al esfuerzo invertido por Pablo Martínez [Der 92] desde 1996, con la elaboración, seguimiento y justificación de los proyectos que han financiado el Gobierno de Navarra, Fundación Caja Navarra y la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo para construir el Centro de Protección Madre-Hijo de Monkole, hoy un lugar de referencia en la región. En 2001, el Gobierno congolés estableció el dispensario como Hospital General de referencia de la zona de Mont Ngafula, al sur de Kinshasa, por lo que los centros de salud de esas barriadas les transfieren los pacientes más graves.
 
Un problema añadido: los congoleños tienen que recorrer largas distancias para llegar a un centro de salud. Una solución: Monkole decidió ensanchar su radio de atención con la creación de tres centros —antenas— donde se practican actividades sanitarias ambulatorias y de promoción humana y social: en el barrio de Kindele se encuentra la antena Eliba (1996), la antena Kimbondo (1997) en Telecom y la antena Moluka (2003) en el de Herady/Selembao. Cada una de ellas asistida por una enfermera, un técnico de laboratorio, una empleada administrativa y otra de limpieza. Además, un médico atiende alternativamente las Antenas durante toda la semana, y aquellos pacientes que necesitan hospitalización los trasladan a Monkole.
 
La alta demanda de servicios médicos obligó a construir hace dos años el hospital actual: ciento diez camas para la hospitalización que cuentan con servicios clínicos de base como Medicina interna, Pediatría, Cirugía, Obstetricia y Ginecología, Urgencias y Reanimación, y una zona ambulatoria con varios consultorios de Farmacia, Laboratorio y Radiología. Para entonces casi terminan las obras de los servicios de lavandería y cocina, un distintivo de Monkole con respecto a otros centros, donde las familias se encargan de cubrirlos.
  
Y poco a poco se fue erigiendo, entre vientos y borrascas tropicales, el gran árbol que es hoy en día Monkole [el Hospital toma el nombre de un árbol de hoja perenne de la selva congoleña que da una gran sombra]. En 2014 el centro ya había recibido más de ochenta y tres mil pacientes, y las hospitalizaciones sobrepasaron las cuatro mil.
 
Como curiosidad, mientras una operación en España cuesta alrededor de diez mil euros, allí es de trescientos. «En España todo es más caro. Este es un precio convencional que hemos puesto a la gente. No puedes pedir grandes sumas de dinero a quien no tiene, pero andamos muy justos», asegura Echarri. El gasto público en salud en la República Democrática del Congo se sitúa en el puesto 135 —del total de 192— en el ranking elaborado por el diario Expansión de países por importe invertido en sanidad al año.
 
Pero no solo la inversión sanitaria es insuficente. En estos países, la medicina «de dudosa reputación» y la presencia de chamanes y brujos dificultan la labor de los profesionales. «Cuando viene un enfermo, no eres la primera persona que visita. Previamente ha pasado por la medicina tradicional, pero como todavía le duele, acuden a ti». Un hecho muy frecuente: «No se obliga a nadie a ir. Creo que la gente busca más una base psicológica a estos tratamientos», asevera Echarri. Son costumbres, tradiciones asentadas desde hace años.
 
Juntos a la aventura
 
Cuando Honoré de Balzac aseguró que «el matrimonio debe combatir sin tregua la costumbre» no se alejaba mucho de la realidad. Álvaro Perlado y su mujer, Mayte Ordovás, ambos farmacéuticos, son de ese grupo de aventureros inquietos: «No nos valía quedarnos en el intento. Vimos la oportunidad para aprender cosas nuevas y crecer humanamente». Y decidieron embarcarse, hace dos años, en un proyecto. Juntos. De la mano. «Cuando llegas, cuesta adaptarse a muchas cosas, como la cultura, la ciudad o la falta de medios tanto en casa como en el trabajo». Fueron con Álvaro, su primer hijo, y acaban de ser padres de Borja. Aunque los dos niños nacieron en Madrid, han tenido que acostumbrarse a vivir en Kinshasa: «Álvaro se ha adaptado bien. Ha sido más complicado para el pequeño. El calor del trópico es duro para un recién nacido». Su día a día también ha cambiado: «Trabajamos de lunes a sábado de ocho de la mañana a cinco de la tarde. Cuando llegamos a casa hacemos vida familiar. No tenemos muchas alternativas en la zona donde vivimos. Los domingos aprovechamos para ir al centro de la ciudad y dar un paseo». La distancia que hay entre el hospital y la ciudad es de veinte kilómetros «pero en muchas ocasiones se tarda tres horas en hacer el trayecto. Intento programar las reuniones en la ciudad a primera hora de la mañana para aprovechar el resto de la jornada, porque, si no, estás perdido», explica Perlado. La familia vive en unos alojamientos que tiene Monkole preparados para visitantes: «La parcela está muy limpia, con agua potable; y cuando no hay luz utilizamos el grupo electrógeno del Hospital».
 
El recibimiento en su nuevo hogar no les dejó un buen sabor de boca: «A la semana de llegar Mayte con Álvaro —Borja aún no había nacido— hubo varias concentraciones en la ciudad contra el Gobierno en las que murieron cuarenta personas. Desde casa se escuchaban los tiros. Fueron días de incertidumbre en nuestra familia, porque no sabíamos si nos íbamos a tener que volver a España por motivos de seguridad. Afortunadamente, nuestros compañeros de Monkole estuvieron muy pendientes de nosotros y nos sentimos muy acompañados; y tras dos semanas, la situación se calmó». Mayte ha dado a luz en España, pero al comparar el hecho de ser madre en España y en África asegura que «el sentimiento y la felicidad de la maternidad es el mismo, con la diferencia de la logística»
 
En España una madre sale del hospital y todo es posible: «Los pañales los encuentras a cualquier hora en supermercados y farmacias; para preparar los biberones siempre tendrás agua potable y electricidad para esterilizarlo y calentarlo; tienes seguros médicos privados que hasta son a domicilio, o siempre puedes ir a un hospital público», cuenta Ordovás.
 
Las madres africanas son fuertes, luchadoras y están acostumbradas, desgraciadamente, a estas dificultades: «En mi caso todo esto me hace ser más previsora, práctica y prudente», asiente.
 
Sobre maternidad, los últimos datos de la CIA (Agencia Central de Inteligencia, en inglés) revelan que en 2015 hubo casi treinta y cinco nacimientos por cada mil habitantes. Son pocos. Pero lo que preocupa es el dato de supervivencia: «Muchas mujeres dan a luz en unas condiciones muy precarias en centros de salud donde por norma general no se cumplen los requisitos mínimos de higiene y donde la experiencia profesional del personal asistencial es muy escasa. Además, durante el embarazo no suele haber ningún tipo de seguimiento, y es en el momento del parto cuando la madre recibe la primera atención médica», detalla Ordovás.
 
Los resultados de mortalidad materno-infantil son ampliamente superiores a la de los países europeos: por cada cien mil nacidos, son 693 madres y 7 100 niños los que mueren en el parto o al poco tiempo. En España estos valores son de cinco y trescientos, respectivamente.
 
La veteranía que aportan los años de experiencia de los profesionales de Monkole subrayó la necesidad de priorizar la atención a las madres y a los hijos. María Dolores Mazuecos, doctora y perteneciente al comité de dirección del Centro, recuerda el caso de una mujer que se llamaba Alice: «Se sentía mal y acudió a Monkole cuando solo éramos un pequeño dispensario. Era viuda y tuvo que ponerse a trabajar en el mercado para sacar adelante a su familia. Tenía una patología grave —aunque sea el Congo, prima el secreto profesional—, por lo que sus seres queridos decidieron acudir a nosotros porque no veían otra alternativa en la medicina tradicional o en otros centros de la zona. Finalmente se recuperó». Pero no es el único caso, también está el de Béatrice: «Presentó complicaciones durante el embarazo. Tenía convulsiones y perdía el conocimiento con bastante frecuencia. Rápidamente la llevaron a las urgencias de Monkole, donde fue operada. Al despertar nos preguntó: “¿Qué ha pasado?”, y le dimos la noticia de que había sido madre. Se sintió tan conmovida, que aún hoy nos repite que, si hubiera aterrizado en otro hospital, seguramente estaría muerta».
 
Formación y maternidad
 
Razón no le faltaba a Béatrice. La formación de los profesionales «para prevenir y evitar complicaciones, a veces fatales, es importante. Muchos niños menores de cinco años llegan en condiciones extremas por no haber puesto a tiempo el remedio oportuno», asegura Mazuecos y añade: «Béatrice tuvo suerte. Otras madres acuden a otros centros, e incluso a curanderos, y para cuando las recibimos nosotros ya es demasiado tarde». De hecho, periódicamente se organizan programas de formación sanitaria, de sensibilización y de refuerzo de capacidades de los centros de salud de la zona. Por muy lejos que estén: «¡Cuántas veces la Dra. Tendobi —ginecóloga— ha tenido que atravesar un puente de lianas con su aparato de ecografías en brazos, para hacer consultas prenatales en esos centros y formar al personal!».
 
A mediados del año pasado comenzó un programa social denominado Forfait Mamá: «Por medio de este programa, las madres más desfavorecidas del área de salud del Hospital pueden acceder a una asistencia médica durante el embarazo, el parto y los días posteriores por un precio fijo de cincuenta euros», explica Perlado. Pero el Hospital tiene que hacer frente a unos costes medios por paciente de cuatrocientos euros: «Vimos la necesidad de aumentar los recursos económicos para asegurar su viabilidad a largo plazo y para ello creamos EBALE, una plataforma de donaciones en la que proponemos la colaboración económica de particulares e instituciones de países europeos a modo de apadrinamiento». Todavía hay zonas donde diez euros al mes dan para mucho.
 
Antes de la puesta en marcha de EBALE, su objetivo estaba en acoger el primer año a trescientas cincuenta madres, y en tan solo diez meses lo han superado. Esperan atender a cerca de quinientas madres al año, lo que supone una inversión de 175 000 euros anualmente: «Las mujeres que se han acogido al programa se sienten agradecidas, aunque a veces nos cueste convencerlas para que vengan porque piensan que al ser un hospital grande, nuevo y limpio, creen que es para personas ricas».
 
Mirar el futuro
 
Ante la pregunta «¿Ha previsto volver a España?», Juan José, Álvaro y Mayte responden que no. Algo tiene Kinshasa que enamora y engatusa el espíritu: «Vivir aquí te enseña a querer a la gente. Es más fácil aprenderlo porque la humanidad de la persona es más palpable», asegura Perlado. Ya dijo Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos». La falta de recursos y de tecnología ayuda a centrar la mirada en lo que verdaderamente importa.
 
En este 25 aniversario, Mazuecos hace balance: «Hemos llegado hasta aquí gracias al esfuerzo, a la generosidad y al trabajo de muchos. Pero, sobre todo, al trabajo del día a día de las personas implicadas».
 
Monkole no solo está para curar enfermedades, también para prevenirlas y aliviar las necesidades de los habitantes de la zona. Llevan recorrido mucho, pero aún queda trecho por andar.
 
Publicado en el Número 692 julio - septiembre 2016
 
­

Esta web no utiliza cookies para recoger información de los usuarios, ni registra las direcciones IP de acceso. Únicamente se utilizan cookies propias o de terceros, de sesión, con finalidad técnica (aquellas que permiten al usuario la navegación a través del sitio web y la utilización de las diferentes opciones y servicios que en ella existen).  Entendido   Más información